domingo, 5 de agosto de 2007

Entre El Frío y el Terror

Un aspecto positivo de La Guerra Fría fue que proporcionó el lienzo sobre el cual se plasmaron historias muy interesantes en la Literatura, y en su momento uno de los autores que mejor uso supo hacer de él fue John Le Carré, reconocido como uno de los principales representantes del género de las novelas de espionaje. No obstante, quizás porque mi primera exposición a su trabajo fue la traducción hollywoodense de El Sastre de Panamá, no había estado interesado en leer sus obras hasta ahora.

En Absolute Friends el antiguo agente de MI6 aprovecha excelentemente la oportunidad de mirar con perspectiva aquellos años de La Guerra Fría desde el ángulo de la paranoia de nuestro mundo actual, y nos entrega un relato con una profundidad inesperada en la que está supuesta a ser sólo una novela de espías.

En sus páginas conocemos a Ted Mundy, un curioso personaje que paulatinamente irá inspirando melancolía en el lector al acompañarlo desde su niñez hasta el ocaso de su vida adulta en todos los diferentes senderos que emprende, involucrándose en todo desde activismo estudiantil hasta profesiones culturales, en un afán irresuelto por hallar un hogar simbólico al cual pertenecer.

Lo más cerca que llega a saciar ese vacío anímico es a través de su errática amistad con Sasha, un alemán con defectos físicos a quien conoce en los sesenta por una serie de circunstancias improbables que los lleva a vivir juntos en una comuna. Sasha es un admirado líder estudiantil radical, y Mundy se convierte en el único confesor de sus secretos para posteriormente transformarse en su amigo absoluto al salvarlo durante una protesta desastrosa.

Mundy vaga más por el mundo en los años subsiguientes, y no es sino hasta que Sasha vuelve a cruzarse en su camino que encuentra su verdadera vocación en la vida: El espionaje. En el corazón de La Guerra Fría estos dos amigos se convierten en agentes dobles, actuando como desertores cuando en realidad están filtrando información de la Stasi al gobierno inglés. Y así se cimienta una confianza que trascenderá políticas e ideologías, que verá deshacerse el matrimonio de Mundy, que llegará al desenlace de aquellos años tensos intacta pero súbitamente desorientada sin el Comunismo como enemigo.

Absolute Friends no es la historia de acción que uno puede esperarse del típico thriller de espionaje. De hecho, la violencia en sus páginas es escasa y rigurosamente realista. No obstante, igual este drama absorberá al lector con los profundos y conmovedores retratos de sus protagonistas y del mundo en que les ha correspondido vivir. La prosa de Le Carré, cargada del ácido y quirúrgico humor característico de los británicos, captura genialmente la paranoia del conflicto del Capitalismo y el Comunismo sin obviar las conductas y pasiones que a distancia ahora pueden parecer absurdas.

Pero donde la pluma de Le Carré se luce mejor es en el último episodio de la relación Mundy-Sasha, escenificado en el Siglo XXI, en plena guerra contra el terror, en donde la industria bélica, los medios de comunicación y los gobiernos de las potencias mundiales parecen ser departamentos de un gran consorcio multi-nacional. ¿Qué papel le corresponde jugar a dos fósiles de los ochenta como nuestros protagonistas?

Quizás—sólo quizás—abrirnos los ojos a lo que realmente ocurre detrás de los titulares que leemos en los diarios cada mañana.

Sitio del autor: http://www.johnlecarre.com/

Referencia Bibliográfica:
Le Carré, John. Absolute Friends. New York: Little, Brown & Company, 2005, 466 p.

Rucka & Kodiak

Atticus Kodiak jamás tuvo una cliente como Whitney Houston ...

Los géneros cíclicamente se reinventan para sobrevivir. El fin de la guerra fría amenazó a la ficción de espías hasta que el terrorismo se ofreció a reemplazar a los rusos como villanos por excelencia. Las doncellas que antes esperaban al príncipe en la torre ahora lideran las batallas bajo trajes ejecutivos y roban corazones a su antojo. Los duendes, magos, trolls y demás seres fantásticos le deben su renovada popularidad a un niño inglés de los noventa.

El thriller pone la zancadilla de formulismos para producir una novela acartonada si se olvida que los personajes deben ser auténticos para convencernos. Greg Rucka está muy consciente de esto, y con la serie de libros de Atticus Kodiak concibe no sólo al héroe del nuevo siglo, sino a todo un elenco de fascinantes personajes con dilemas actuales que se conjugan en una propuesta refrescante para revitalizar las novelas de suspenso.

Rucka aplica la tradicional narrativa en primera persona a un nuevo tipo de profesional: El guardaespaldas. Atticus no es un detective desencantado con una botella de whiskey dentro de su gabardina; es un ex – militar dedicado a la protección personal, un hombre de los noventa con una saludable dosis de cinismo y sarcasmo, una mente abierta y buenas intenciones, que incluyen sacrificar su vida por el bienestar de su “principal”, aún cuando estos no merezcan semejante privilegio.

EL PRECIO DE UN IDEAL

1996 vio la aparición tanto de Rucka como de Kodiak. En su primera novela, Keeper, nos presenta no sólo a Atticus sino a los personajes que lo rodean, incluyendo a su mejor amigo y colega, Rubin Febres, la novia de Rubin, Natalie Trent, hija del dueño de Sentinel Guards, una de las principales firmas de seguridad en Manhattan, Dale Matsui y Bridgett Logan, la efervescente investigadora privada que llegará a jugar un papel importante en la vida de Kodiak.

Atticus tiene bajo su cuidado a la Dra. Felice Romero, directora de una clínica de abortos, y su hija Katie, víctima del Síndrome de Down. Mientras que la misteriosa amenaza contra la vida de la Dra. Romero se aproxima a ella con paso certero, Rucka maniobra entre las distintas posiciones en tan controversial tema, dejando la puerta abierta para hondas reflexiones de parte del lector, pero absteniéndose en todo momento de imponer una lección sobre el asunto. Para una novela primeriza, Rucka esquiva cliches asombrosamente, aún cuando nos demuestra que un guardaespaldas jamás puede proteger a alguien completamente, así como cuando le asesta a Atticus el primero de varios golpes devastadores.

TRAICIONES PÓSTUMAS

Un año más tarde nos encontramos a Atticus trabajando de portero en un club de sadomasoquismo. La muerte de Rubin lo ha alejado del trabajo de guardaespaldas, y aunque su relación sentimental con Bridgett ha ido prosperando, también está absolutamente alienado de Natalie, con quien no ha tenido contacto desde la desaparición de su amigo. Pero un incidente en el club lo reúne con la adolescente Erika Wyatt y en seguida es acorralado por el pasado.

En Finder Rucka ofrece una prosa más segura de sí misma, que nos absorbe a una pelea de custodia extrema entre un enfermo Coronel para quien nuestro héroe solía trabajar en el ejército y su esposa, con quien Kodiak tuvo una aventura años atrás. Esta vez Atticus y sus colegas deben proteger a Erika de dos equipos de la SAS británica, temibles adversarios con quienes se enfrentan en un relato lleno de acción y emocionantes giros en el cual, no obstante, toman preeminencia las relaciones interpersonales, en particular una revelación que no sólo fuerza a nuestro héroe a cuestionar su amistad con Rubin sino que lo impulsa a una decisión en conjunto con Natalie que luego lamentarán.

A medida que la trama traza un círculo completo, Atticus se ve forzado a elegir entre su deber profesional y el anhelo de su corazón, y las ilusiones en su vida se desmoronan. Es difícil suponer que una novela como ésta pueda ser superada.

REDENCIÓN

Para cuando empieza mi libro favorito de la serie, Smoker, en la narración de Atticus ya se asoma una melancolía y una oscura tendencia depresiva ante las ironías y pérdidas de su vida. Su mundo ha crecido: Ahora es el guardián legal de Erika, quien asume el rol de una hermana menor. El papel de Scott Fowler, agente del FBI con pinta de surfer, lo ha convertido en uno de los favoritos del lector. Nuevos colegas como Corry Herrera y Raymond Mosier aparecen en escena, al igual que la persistente periodista Chris Havel y Miranda Glasier, abogada de Atticus. Pero la adición más letal es Drama, quien cuenta con un puesto destacado entre los diez mejores asesinos a sueldo en el mundo.

Los incidentes de los libros anteriores han dejado a Atticus en la lista negra de los guardaespaldas, incapaz de conseguir trabajo. Pero una serie de acontecimientos lo convierten en el hombre indicado en el momento correcto para ubicarse en la mira de Drama al proteger a un testigo esencial para un juicio contra una gran tabacalera. Es el mayor desafío en la vida de Kodiak, y la mejor oportunidad para Rucka de exhibir maravillosamente su dominio del mundo de los guardaespaldas, demostrándonos los mecanismos de una de las profesiones más peligrosas existentes. En estas páginas también aplaudimos al ver cómo Atticus le arrebata a las probabilidades adversas un triunfo inigualable.

Pero una vez en la cima, la caída será inevitablemente más dura.

EL ABISMO DE LA LEALTAD

A estas alturas el mundo imaginario de Kodiak es tan rico que su perspectiva no es la única de interés, y en Shooting at Midnight Bridgett Logan se calza las botas de narradora. Rucka hace un esfuerzo admirable por introducirnos en los laberintos femeninos de la mente de este fascinante personaje, con un crudo pasado de drogadicción que la acecha día a día.

En alguna ocasión Greg afirmó que sus lectores se equivocan al opinar que su talento narrativo es el misterio, pues en realidad su pluma fluye con el suspenso. En esta novela se nota, pues a pesar de ser protagonizada por una detective, los elementos relacionados a la investigación quedan relegados a un plano secundario ante la crisis personal de Bridgett al enfrentar nuevamente el mundo de las drogas para recuperar la libertad de una amiga acusada de asesinar a un traficante.

La historia es una propuesta intensa y penetrante sobre los pilares de la amistad y las consecuencias de la lealtad. Pero es tan bien una muestra desnuda del atractivo irresistible de las novelas de Rucka: Sus personajes son inexcusablemente auténticos, tan defectuosos como cualquiera de nosotros, y cometen crasos e irremediables errores tanto cuando actúan egoístamente como cuando los motivan causas nobles.

EL DESTRUCTOR

KTMH, la empresa fundada por Atticus, Natalie, Dale y Corry es la nueva estrella en el negocio de la protección personal, y Kodiak rápidamente se está convirtiendo en una celebridad. Pero el destino reparte nuevas cartas, y Drama regresa para demoler todo lo que nuestro protagonista ha construido.

Su fracaso en Smoker ha dejado a la asesina rusa en una situación precaria, y secuestra a Atticus en Critical Space para hacerle una oferta inesperada: Si él acepta trabajar como su guardaespaldas, ella le enseñará todo lo que sabe. Es la decisión más cuestionable que ha tomado cualquiera de los personajes de Rucka, pero Atticus no es el mismo hombre que conocimos cuatro años atrás. Al acceder a proteger a Drama del asesino Oxford, emprende el descenso por un sendero que no sólo lo introducirá a un peligroso mundo de intrigas internacionales sino que lo alienará de Bridgett, de sus colegas y de su empresa.

Critical Space es una novela que nos roba el aliento y la esperanza. En sus páginas comprendemos que todo lo que puede ir mal saldrá aún peor, y sobre la sangre de sus seres queridos Atticus experimentará una metamorfosis que lo transformará en lo opuesto de lo que una vez fue.

HERMANOS EN TINTA

La evolución de Atticus es un reflejo del desarrollo de las habilidades narrativas de su creador. De un primer libro en el cual la pluma en ocasiones flaqueaba, con pasos agigantados la prosa de Greg Rucka se ha convertido en una flecha certera al blanco emocional del lector, quien queda enganchado a su estilo preciso e impactante, su ritmo galopante y su temática impredecible y provocativa que invita al lector a plantearse interesantes cuestionamientos. Su voz narrativa ha tomado un tono cínico y oscuro que no es más que un reflejo de los tiempos en los que sus personajes viven, absteniéndose en todo momento de acotar juicios prematuros o críticas insípidas. Aunque publicaciones más recientes se han enfocado en nuevos personajes, Rucka ha prometido otro libro de Kodiak en un futuro cercano. Y si bien resulta difícil predecir el futuro de Atticus entre la densa niebla en la cual culminó su último arco, al menos podemos contar con que recibiremos otro de los planteamientos fascinantes por los que se caracteriza su creador, quien ya se ha consagrado como una de las promesas de la literatura del nuevo milenio.
Sitio del autor: http://www.gregrucka.com/

Referencias Bibliográficas:
Rucka, Greg. Keeper. EEUU: Bantam Books, 1997. 332 p.
Rucka, Greg. Finder. EEUU: Bantam Books, 1998. 320 p.
Rucka, Greg. Smoker. EEUU: Bantam Books, 1999. 402 p.
Rucka, Greg. Shooting at Midnight. EEUU: Bantam Books, 2000. 381 p.
Rucka, Greg. Critical Space. EEUU: Bantam Books, 2003. 490 p.