lunes, 8 de agosto de 2011

Dextericidio


A estas alturas supongo que darle otra oportunidad a la prosa de Jeff Lindsay califica en alguna categoría de masoquismo, aunque más bien lo veo como prueba de cuánto me gusta el personaje de Dexter.  Mi error radica en que, aunque Lindsay fue su creador, quienes realmente lo han desarrollado con destreza han sido los guionistas de la serie de TV homónima.

Dexter by Design es la cuarta novela de la serie, y admito que durante el primer puñado de capítulos creí que Lindsay había regresado al nivel de la primera entrega—la única que vale la pena leer.  En esta ocasión aparece un criminal que instala cadáveres en varias localidades turísticas de Miami en exhibiciones grotescas que ridiculizan el espíritu de la ciudad. Deborah Morgan obedece el cliché al que Lindsay la ha relegado, arrastrando a su hermano por la investigación para que se la resuelva y procurando incluir la palabra f**k en cada una de sus oraciones.  Justo cuando me estaba hartando del personaje y deseaba que Dexter la descuartizara para no leer otra página en la que participara la obra correspondió a mis anhelos y el perpetrador súbitamente le enterró un puñal en el costado.

lunes, 11 de julio de 2011

El Libro No Es Mejor

Si la novela Dexter in the Dark es un termómetro de la serie literaria, Jeff Lindsay debería considerar seriamente encomendarle su singular creación Dexter Morgan a los guionistas de la serie de TV que produce Showtime y abstenerse de continuar publicando su propia versión del personaje en el futuro.  Mientras que el programa ha logrado evolucionar temporada tras temporada a partir de lo que inicialmente era una premisa limitada, Lindsay ha tomado el sendero inverso y, tras una novela inicial muy bien lograda, la calidad de las publicaciones subsecuentes ha decaído progresivamente.

El tercer libro en la serie aborda de lleno el tema del “Pasajero Oscuro” cuando Dexter acude a la escena de un crimen que con un vistazo trastorna su mundo interior: Un terror súbito e inexplicable desplaza a sus instintos psicóticos y lo deja envuelto de una sensación de vulnerabilidad que lo acompaña mientras su hermana Deborah lo obliga a asistirle durante sus investigaciones, que no revelan más que víctimas improbables y sospechosos imposibles.  Mientras tanto, Dexter tiene que lidiar con los preparativos de su inminente boda con Rita y desarrollar su relación con sus futuros hijastros—quienes ahora exhiben incipientes tendencias homicidas producto de los maltratos que les infligió su padre biológico.

lunes, 4 de julio de 2011

La Pluma Paranoica

Fault Line, la octava novela de Barry Eisler y su primera propuesta fuera del territorio de su sicario John Rain, comienza con escenas inusuales en este autor.   Conocemos a Alex Treven, un joven abogado de Palo Alto cuya principal ambición es ser invitado a ser socio en la firma Sullivan, Greenwald, Priest & Savage en la que trabaja, meta que está a punto de lograr gracias a la patente que está tramitando para un joven programador que ha desarrollado un programa de criptología que revolucionará a Silicon Valley.  Asistiendo a Alex en este caso está Sarah Hosseini, una atractiva y exótica colega de ascendencia iraní con la cual él secretamente aspira a entablar un romance.

Es curioso ver cómo Eisler se defiende con una premisa que tradicionalmente tendría su hogar en las páginas de John Grisham ó Brad Meltzer.  Sin embargo, después de un puñado de capítulos la novela empieza a girar rumbo a los terrenos usuales de su autor.  El día de una importante reunión con inversionistas el cliente de Alex es asesinado.  Poco después, el joven abogado descubre que su contacto en la oficina de patentes también ha muerto enigmáticamente, y esa misma noche un hombre armado irrumpe en su residencia y Alex apenas logra escaparse con un poco de ingenio y una tonelada de suerte.

martes, 21 de junio de 2011

Lluvia de Ideas, Lluvia de Sangre

Después de seguir su carrera literaria a lo largo de siete novelas, Barry Eisler ha ascendido a la cima de mi lista de lectura, convirtiéndose en uno de mis autores preferidos.  Esto no lo ha logrado gracias a su supuesta profesión previa en la CIA o por su extenso conocimiento de las artes marciales—aunque ambos son factores que enriquecen su relatos—sino por la tenacidad con la cual ha afinado su natural talento narrativo, desarrollando una prosa ligera pero dramática, coreografiando escenas estructuradas tensa, inteligente e irresistiblemente, y  planteando tramas alimentadas de una investigación rigurosa que enfatiza la verosimilitud sin sacrificar la audacia de sus personajes.

Requiem for an Assassin es el séptimo y último libro publicado con el personaje por el cual Eisler se dio a conocer: John Rain, el asesino americano/japonés que a través de los años ha prevalecido frente a amenazas variadas, desde el crimen organizado de Tokio hasta terroristas árabes.  A través de los últimos dos libros, Killing Rain y The Last Assassin, John ha experimentado una serie de epifanías—desde perder la oportunidad de participar en la vida del hijo que tuvo con Midori hasta su romance con Delilah—que lo condujeron a la decisión de retirarse de su profesión.  Lamentablemente la serie nunca regresó al Tokio noir que tanto me fascinó en la primera entrega Rain Fall, pero el constante cambio de sus escenarios internacionales ha fungido como trasfondo para la maduración del protagonista, y en esta ocasión encontramos a John viviendo cómodamente en Paris, en donde se ha establecido para mantener una relación sentimental formal con la espía israelita que destronó a Midori de su corazón.

sábado, 4 de junio de 2011

Matanza Multimedia

            Escoger a un psicópata como el protagonista y “héroe” de tus novelas es de por sí arriesgado, pero cuando decides que él nos narrará toda la obra en primer persona te corres el riesgo de alienar completamente a tus lectores.  Después de todo, el requisito sine qua non de esta clase de personajes es que establezcan un vínculo emocional con el lector, y emotividad es precisamente lo que un psicópata carece.

            Jeff Lindsay, sin embargo, ha logrado esta hazaña con su personaje Dexter Morgan, quien tras un par de novelas exitosas ha sido inmortalizado en una serie de TV de Showtime.  Los libros, sin embargo, no son una imagen especular del programa.  Además desarrollar su propio hilo narrativo el autor tiene un desafío adicional: Mientras que en TV los guionistas utilizan la voz en off sólo cuando es conveniente, Lindsay tiene que construir su relato oración por oración desde la perspectiva de Dexter.
           
            El resultado es una narración teñida de un denso humor negro que a menudo entretiene, en ocasiones es brutalmente sincero, a veces trasgrede contra el buen gusto y en otras simplemente está fuera de lugar.  ¿Así funciona el pensamiento de un genuino asesino en serie?  Lindsay no nos convence del todo, pero sí logra construir una caracterización atípica de un protagonista incapaz de sentir empatía hacia las vicisitudes de los demás, que además es ajena a cualquiera de las motivaciones tradicionales del género y se asemeja más a un depredador de la selva que ha sido tenazmente amaestrado pero que carece de instintos investigativos y habilidades deductivas.

domingo, 24 de abril de 2011

Lágrimas, Pecados y Balas

Después de cuatro libros, empezar la lectura de una nueva aventura de John Rain es como reencontrarse con un viejo amigo a cuyas excentricidades no sólo estamos acostumbrados sino que aceptamos con una pizca de nostalgia. Tanta familiaridad con el personaje puede permitirnos pasar por alto su oficio como asesino profesional, especialmente con el sendero a la redención que Barry Eisler trazó frente a su protagonista en su novela previa, Killing Rain. Sin embargo, la quinta entrega de la saga interpone en ese camino los peores pecados de su pasado forzándolo a tomar decisiones que atarán cabos sueltos emocionales que ha arrastrado desde las páginas de su debut en Rain Fall

En la quinta novela, titulada The Last Assassin, el ostracismo paranoico de Rain ha sido desplazado por la amistad efervescente de su compañero Dox y el romance intermitente con Delilah, quienes comparten su mundo de intriga y peligro. No obstante, ha llegado el momento de que John confronte a Midori—la civil que cambió su vida—quien quedó embarazada durante su último encuentro en Hard Rain y desde entonces ha estado criando a Koichiro, el hijo de John, en Nueva York—ciudad a la que fue exiliada para protegerla de los enemigos de su antiguo amante.

Acercarse a Midori conlleva una serie de complicaciones más allá de la reacción que ella pueda tener al volver a ver al asesino de su padre. Yamaoto—el gran jefe de la Yakuza cuya enemistad forzó a John a abandonar Tokio—mantiene a la pianista de jazz bajo estricta vigilancia pues es la mejor oportunidad para detectar y eliminar al sicario que tanto teme. Y es con esta premisa que The Last Assassin se distancia de la fórmula de las novelas anteriores. En esta ocasión Rain no es contratado para eliminar a un objetivo más peligroso que él ni busca venganza por la trasgresión de algún adversario. Es simplemente un hombre desesperado por estar con su hijo que, a la par de una tragedia griega, ve ese sueño imposibilitado por todas las desgracias de su legado profesional.

sábado, 23 de abril de 2011

La Protagonista Clandestina

A veces un autor se propone contar una buena historia y las palabras simplemente son las herramientas para lograrlo. En otras ocasiones, además de dar forma a la narración cada oración se revela como una proeza estética digna de admiración independiente. En esta última categoría caen las obras de Arturo Pérez-Reverte, quien diseña sus párrafos con la destreza de un experto artesano gramatical.

Su más reciente novela, El Asedio, se remonta al año 1811, durante el cual un asesino despiadado recorre las calles de Cádiz depositando los cadáveres de jóvenes mujeres que ha desollado a punta de latigazos en un macabro homenaje a los sitios en los que han caído las bombas que el ejército francés dispara incesantemente hacia la ciudad rebelde.

Tras la pista de este malhechor enigmático se encuentra Rogelio Tizón, un comisario cuyo carácter corrupto y violento contrastan con su indignación sincera ante los homicidios y su determinación por descubrir y detener al culpable, asesorado por su amigo y rival de ajedrez, el Profesor Hipólito Barrull, quien observa consternado cómo la obsesión del comisario crece y lo absorbe, agravándose cuando el asesino—exhibiendo aparentes dotes premonitorios—empieza a repartir sus víctimas anticipándose a la caída de las bombas.