lunes, 24 de septiembre de 2007

Enamorándonos de Stormy

Ciertamente la premisa de estas novelas no es novedad en la ficción. Libros, películas y series televisivas la han reciclado una y otra vez. Por eso, cuando descubrí la novela de Dean Koontz titulada Odd Thomas que relata la historia de un joven con la habilidad de comunicarse con fantasmas atascados en nuestro mundo, me pregunté, ¿por qué un autor tan creativo como él recurriría a un tema que fue tan bien ejecutado hace pocos años por M. Night Shyamalan en El Sexto Sentido?

Olvidé de momento que el arte de contar historias no consiste sólo en concebir una trama y personajes adecuados a la misma, sino en filtrar el mundo por las experiencias y la imaginación del autor, y ese ejercicio lo transforma en una versión singular dependiendo de sus perspectivas personajes.

En otras palabras, ahora tengo una trilogía de libros que me parecen lo mejor que Koontz ha producido en muchos años.

Como toda buena propuesta fantástica, la interacción de Odd Thomas con el más allá tiene sus reglas: Los fantasmas no pueden hablar ni emitir ningún sonido, lo cual obliga al protagonista a encontrar otras formas de comunicarse con ellos. Generalmente aparecen con la ropa en la que fallecieron y no pueden afectar nuestro mundo físico—salvo que hayan muerto de forma muy traumática y se encuentre en un estado iracundo, en cuyo caso Odd los denomina Poltergeists. También existen los bodachs, unas apariciones inhumanas e incorpóreas que sólo se hacen presentes cuando se avecina una gran tragedia y llegan al éxtasis con el sufrimiento de las víctimas. Además, Odd tiene un poder complementario, una especie de magnetismo psíquico que lo ayuda a localizar personas o sitios en los que enfoca sus pensamientos. Bajo esta premisa se desarrollan las tres novelas.

Odd Thomas

En su primera aventura, la inesperada llegada de bodachs a Pico Mundo conduce a Odd en una desesperada búsqueda, presentándonos al elenco de peculiares personajes que lo rodean y lo apoyan, mientras intenta descifrar cuál es el gran desastre que se avecina sobre el centro comercial de Green Moon.

Forever Odd

Los meses desde el incidente de Green Moon no han sido fáciles para Odd, pero cuando el padre de su amigo Danny Jessup se le presenta—recién asesinado—pidiendo su ayuda para rescatar a Danny, Odd no tiene más remedio que embarcarse en una nueva odisea. Danny padece de osteogenesis imperfecta, aflicción que hace que sus huesos se fracturen con cualquier impacto. Ha sido secuestrado por una misteriosa mujer llamada Dathura que convoca a Odd a las ruinas de un casino, en donde planea valerse de la abducción para explotar las habilidades de Odd.

Brother Odd

Ansiando paz y tranquilidad, Odd se ha marchado a vivir en un monasterio remoto en el cual los muertos no buscan su ayuda. Pero los problemas nuevamente tocan a su puerta en medio de una fiera tormenta de nieve, cuando criaturas que no son ni de este mundo ni de aquel empiezan a aparecer, amenazando a los niños enfermos a quienes cuidan en el convento.

El encanto de estos libros no radica tanto en las situaciones en las cuales Odd se encuentra involucrado sino en su propia caracterización. La narración en primera persona está tan bien lograda que nos hace sentir que un amigo con el cual crecimos nos está relatando los últimos acontecimientos de su vida. El joven Thomas es sensible, respetuoso, humilde, franco y exhibe un sentido del humor discreto pero incisivo. En lo personal, me es inevitable escuchar el monólogo de Odd con la voz de Tobey Maguire.

Nuestro protagonista ha aprendido—o más bien se ha resignado—a existir con su inexplicable don y, los muertos, al percatarse de que él puede verlos, recurren a él para que les ayude a resolver las circunstancias que les impiden transitar al siguiente mundo. Ya que cualquier noche lo puede despertar un fantasma en pijamas buscando su ayuda, Odd no tiene otra opción que procurar simplificar el resto de su vida. Trabaja como cocinero y sueña con ser vendedor de neumáticos; se aferra a muy pocas posesiones, entre las que sobresale una tarjeta ganada en una feria que pronosticó su unión eterna con su adorada novia, Stormy. Y es que Odd no es un héroe; si pudiera se desharía de su habilidad especial en un parpadeo. Y la tristeza que inspira su deber se deja ver en su relato sin cruzar la frontera con la amargura.

Por otro lado, el concepto de que Odd está escribiendo manuscritos de sus aventuras invita a variaciones de las técnicas literarias utilizadas. En la primera novela se confiesa un narrador no fiable, y en la tercera juega con el tiempo y el espacio para mostrarnos escenas en las cuales él no participó. Esto le da versatilidad a su perspectiva unipersonal.

La saga también se enriquece gracias al conjunto de personajes con los cuales Odd interactúa en el pueblo desértico de Pico Mundo y luego en el convento. Una familia sustituta se forja como confidentes y guardianes de su habilidad secreta: El obeso escritor Ozzie Boone (y su gato El Terrible Chester) quien incita a Odd a plasmar sus aventuras en papel para la posteridad. El Jefe de Policía Wyatt Porter—el Comisionado Gordon de Odd—quien no está unido al protagonista sólo por su frecuente ayuda para resolver crímenes sino por un hondo afecto paternal. Terri Stambaugh, la jefa de Odd en el restaurante y la madre que su progenitora nunca fue. Luego en el convento adoptamos al misterioso bibliotecario Rodion Romanovich y al Hermano Nudillos, el más simpático sicario bregando por la redención.

Y Elvis Presley. Sí, el Rey del Rock and Roll vive con Odd.
La saga contiene todos los elementos característicos de las obras de Koontz, desde los padres psicóticos, desinteresados y abusivos hasta el amor de pareja que redime y revitaliza al héroe. Pero aquí Koontz le imprime un nuevo giro que refresca lo que de otra forma ya se sentiría formulaico en sus escritos y nos hace identificarnos con el amor de la vida de Odd como ningún otro de sus previos libros.

Después de fallos como Christopher Snow, Koontz ha descubierto la gracia del protagonista recurrente. Y la prueba está en que de sus docenas de novelas éstas son las que más correspondencia de sus lectores ha recibido, y ya se está preparando una serie de comics manga sobre el personaje.

Mi única recomendación es que para futuras entregas se aleje de elementos de ciencia ficción y mantenga anclado al personaje en la maldad natural del hombre, que es precisamente el elemento que hizo de Odd Thomas la más impactante de la trilogía.



Septiembre, 2007

Enlaces de Interés:
Entrevista con Odd: http://www.deankoontz.com/books/odd-thomas/interviews.php
Manga de Odd: http://www.deankoontz.com/whats-new/odd-thomas-manga-press-release.php

Referencias Bibliográficas:
Koontz, Dean. Odd Thomas. New York: Bantam Books, 2003. 446 p.
Koontz, Dean. Forever Odd. Londres: Harper Collins, 2006. 419 p.
Koontz, Dean. Brother Odd. New York: Bantam Books, 2006. 430 p.

Bond, Jane Bond

Greg Rucka rápidamente se está convirtiendo en un autor del cual hay que estar pendiente. Descrito por el Salem Statesman Journal como una mezcla de Hemingway, Spillane y Hammett, se ha caracterizado por tomar géneros a los cuales claramente adora y revitalizarlos con tramas rigurosamente veristas y personajes psicológicamente complejos sin diluir el cóctel de suspenso y acción requerido por un thriller.

Estos rasgos salen a relucir con mayor claridad en su serie de espionaje que comenzó con el comic Queen & Country para luego trasladarse a las dos magníficas novelas A Gentleman’s Game y Private Wars. Gestada por su fascinación nostálgica con una vieja serie británica llamada The Sandbaggers, la saga relata las misiones y dilemas de la Sección de Operaciones Especiales de MI6, la agencia de inteligencia británica, y en especial de la agente Tara F. Chace. Ella es parte de un trío de operadores conocidos como Minders que se encargan de las tareas más difíciles: Extracciones, asesinatos, sabotajes… Cuando la situación exige un trabajo sucio, siempre habrá un Minder listo para meter las manos en la mugre.

Al comenzar A Gentleman’s Game, Tara ocupa la posición de Minder Uno, con Nicky Poole en la segunda silla y Chris Lankford en la tercera. Un atentado terrorista golpea trágicamente al sistema de trenes subterráneos de Londres. El Gobierno de Su Majestad decide tomar represalias contra los terroristas wahhabistas y eliminar al líder religioso detrás de los atentados, así que Tara es despachada al Yemen en donde además de su objetivo se ve obligada a ejecutar a un príncipe saudita en plena oración en medio de una mezquita. La crisis política no se hace esperar y sus superiores deciden sacrificar a nuestra heroína, entregándola al gobierno saudita como la responsable del regicidio en intercambio por la erradicación de un campo de entrenamiento de terroristas. Pero la Sección de Operaciones Especiales no abandona a los suyos, y Tara no está dispuesta a ceder sin antes dar batalla, aunque eso implique huir acompañada del antiguo Minder Uno Tom Wallace, aliarse a la Mossad israelita y pagar un alto precio con tal de viajar al campo terrorista cuya destrucción garantizará su libertad.

En su segunda novela, Private Wars, descubrimos que Tara ahora es una madre soltera quien, al estrellarse contra el pragmatismo de su jefe, el Director de Operaciones Paul Crocker, decidió renunciar al servicio secreto. Pero, al mismo tiempo que la falta de propósito la hace extrañar su antiguo empleo, Crocker se ve a sí mismo acorralado en un precipicio político cuya única salida puede ser montar una operación sin autorización en Uzbekistán. Esto los une nuevamente, y Tara parte rumbo a una delicada extracción que acaba en desastre, tortura y su eventual regreso a la posición de Minder Uno. Meses más tarde el pasado toca a su puerta: Tara debe regresar a Uzbekistán y, contra todos sus instintos, revertir los cambios que su primera incursión ocasionó—aunque implique ignorar cada uno de sus principios morales.

¿Suenan como típicas historias de acción e intriga? Todo lo contrario: Ambas novelas están repletas de dramas personales. El escenario de conflicto global es el lienzo sobre el cual se pinta con extenuante realismo los estragos que este estilo de vida inflige sobre sus protagonistas desde el Jefe del Servicio Secreto, Sir Francis Barclay, que exhibe gran astucia política e instinto de auto-preservación, hasta el Director Crocker: Brusco, maleducado, insensible—rasgos de un hombre acostumbrado a hacer cualquier sacrificio por un trabajo en el que tiene casi tanta convicción como su lealtad por sus subordinados. El relato superlativo se revela en el realismo que se logra con la relación de Paul con Angela Cheng, su contacto de la CIA, y la incómoda amistad que compartir el estrés forja entre ellos, o con el humor de Nick Poole, Minder Dos, ex–SAS, espía abiertamente gay.

Pero, particularmente, es gracias a la caracterización de Tara, quizás el mejor de los personajes de Rucka (quien ya ha concebido algunos geniales, como Atticus Kodiak y Mim Bracca). No esperes verla bebiendo martinis en un casino; ella es una agente altamente calificada y con una determinación inflexible para lograr su objetivo templada por una baja auto-estima y una búsqueda innata de aprobación que siempre la hará esmerarse más.

Greg Rucka no recurre a las soluciones sencillas o a las respuestas en blanco y negro. Esto lo notamos en los perfiles de sus antagonistas: William Leacock, el joven británico que se enamora del wahhabismo, cambia su nombre a Sinnan y busca activamente ser un jihadi. Sevara Malikov-Ganiev—heredera del Presidente de Uzbekistán—y su amante Ahtam Zahidov, narcisistas sádicos ansiosos por la aprobación de los estadounidenses que sin embargo torturan a su propio pueblo para consolidar su poder. Estos no son villanos convencionales a punto de activar una bomba nuclear para llenar la cuota de maldad adecuada; son personajes arrancados de los titulares del Siglo XXI.

La acción abunda en sus páginas, el suspenso no flaquea en ningún capítulo, pero lo más interesante de estas novelas es el grado de detalle en su intriga, el tiempo dedicado a los juegos políticos entre las grandes naciones, el costo que algunos están dispuestos a pagar tanto para lograr un objetivo como para avanzar su propia carrera. Hay que aplaudir la minuciosa investigación que Rucka lleva a cabo en su afán de no comprometer el realismo de la historia. La abundancia en detalles resulta casi educativa, e inclusive cuando la violencia se precipita está tan bien fundamentada que resulta tan creíble como cualquier noticia que vemos en CNN.

Ambas novelas son fenomenales; si tengo que escoger una favorita sería Private Wars, quizás porque a estas alturas ya tenemos fatiga del tema del terrorismo, pero sobre todo porque los personajes están mejor logrados, los giros son más imprevisibles y la evolución del conflicto progresa por canales temáticos paralelos: Por un lado está la importancia política de la jaqueca diplomática provocada por Crocker y compañía, y por otro lo que la segunda colisión de agendas en Uzbekistán significa para cada uno de sus participantes.

Pero realmente espero poder decir que mi preferida será alguna de las futuras entregas de las aventuras de Tara Felicity Chace.

Sitio del autor: http://www.gregrucka.com/
Septiembre, 2007



Referencias Bibliográficas:
Rucka, Greg. A Gentleman’s Game. New York: Bantam Books, 2004. 481 p.
Rucka, Greg. Private Wars. New York: Bantam Books, 2005. 503 p.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Vivir Rápido y Morir Joven

Al leer la novela de Greg Rucka A Fistful of Rain no pude evitar asignarle a la protagonista y narradora la voz de Jeanine Garofallo. Es el tono ideal para Mim Bracca: Marginalmente humoroso, abundantemente cínico e inoportunamente emotivo. Y esas características también aplican al personaje, que se nos presenta con las cicatrices psicológicas que la pluma de Rucka sabe trazar.

Greg ya anteriormente procuró innovar en el género del thriller con su serie del guardaespaldas Atticus Kodiak, pero en esta ocasión da un paso más original y nos propone, como heroína, a la guitarrista de una banda de rock que cuenta con más recuerdos traumáticos que sentido común. Vanessa, la vocalista del grupo Tailhook, en media gira decide enviar a Mim de vuelta a casa para que resuelva su problema de alcoholismo que comienza a perjudicar al conjunto. Y ahí comienza la historia.

De vuelta en Portland, Mim tiene que lidiar con el hecho de que mientras estaba de gira la popularidad de Tailhook la ha convertido en una celebridad. Y eso no sólo implica la portada de Rolling Stone. También incluye encuentros peligrosos en el portal de su casa, fotos de ella desnuda en Internet, homicidios y chantajes. Y como respuesta, Mim bebe. Su hermano—vendedor de drogas—le revela que su padre ha salido de la cárcel—en donde estuvo pagando una condena por el homicidio de su madre—y desea hacer las paces con ella. Y como respuesta, Mim bebe. Pero sus reacciones monotemáticas resultarán insuficientes al enfrentarse al plan implementado por un misterioso hombre enmascarado que no se detendrá hasta arrebatarle las pocas cosas que le quedan.

Rucka está consciente de que una de sus mayores habilidades narrativas se concentra en la caracterización, y la explota al máximo en esta novela. Mim es un fascinante personaje que se aleja tanto del rol de heroína como el de anti-heroína, y se planta en el cómodo papel de cualquier persona cotidiana falta de un par de años de terapia emocional. Afortunadamente nadie le advirtió a Greg que esa no es la protagonista apropiada para una historia de suspenso, pues las amenazas y desafíos que surgen a lo largo de la trama ocupan segundo lugar al comportamiento errático de Mim a medida que comete error tras error en sus intentos de salir de una trampa de la cual sólo tendrá oportunidad de liberarse si halla el valor para confrontar el pasado del que ha huido pavorosamente.

La primera oración de A Fistful of Rain nos la dice Mim Bracca: “Ésta es la canción que jamás podré escribir”. Así, Greg Rucka pone la tónica de un relato que se apodera de la sensibilidad propia de una artista y la exprime hasta arrancarle la última lágrima, sin que en ningún momento los acontecimiento dejen de tomar giros que mantendrán desconcertados tanto a la guitarrista de Tailhook como a sus lectores, haciéndonos concluir que más que el sofá de un buen psicólogo lo que estos personajes necesitan es precisamente los suplicios a los cuales su creador es capaz de someterlos.

Sitio del autor: http://www.gregrucka.com/


Noviembre, 2004

Referencia Bibliográfica:
Rucka, Greg. A Fistful of Rain. New York: Bantam Books, 2004. 364 p.

Receta para una Luna Llena

Quedé fascinado con la primera novela de Xavier Velasco, Diablo Guardián, con la cual inauguré este blog (http://mutismaldonado.blogspot.com/2007/05/todo-sobre-violetta.html), y que bien merecido se tiene el Premio Alfaguara 2003, así que no vacilé en adquirir su siguiente propuesta, Luna Llena En Las Rocas cuya contraportada anuncia como un libro sobre la buena vida que frecuenta sitios de mala muerte. Con tal preámbulo no nos puede ir mal, ¿verdad?

Abordé la obra con la preconcepción de que se trataría de una nueva novela, pero rápidamente descubrí que ese no era el caso. Mi siguiente impresión fue que estaba ante una colección de cuentos, pero fallé otra vez. Lo que tenía en mis manos era una serie de relatos que recorren todo el ámbito de la vida nocturna mexicana, desde clubes nocturnos, discotecas de moda, casas de citas, raves, bares de baja reputación y hasta una excursión a Tijuana. Una temática que no debería sorprendernos, proviniendo de Velasco.

La prosa de Xavier suele ser muy singular e interesante, su manera peculiar de ver el mundo con una mente quizás hasta excesivamente abierta se filtra en una mezcla de analogías y metáforas insólitas usualmente bien logradas con palabras escogidas y armonizadas deliberadamente, siempre inyectadas de una espesa dosis de ácida crítica social que excluyen al aleccionamiento como un efecto secundario.

Dicho lo anterior, debo reconocer que Luna Llena En Las Rocas, pese a mi predisposición a gustarme el trabajo del autor, me exigió esfuerzo y disciplina para completarla. No es un libro que se deja leer con facilidad, ni siquiera para un noctámbulo como el suscrito. A lo mejor se deba a la carencia de trama, o específicamente a la ausencia de un elenco de personajes y a un protagonista que nos sirva de ventana al áspero mundo de las madrugadas en el cual Velasco se adentra.

A mi juicio, la obra padece de un exceso de morbosidad. Acudimos a demasiados puticlubes, conocemos a demasiadas mujeres de la vida alegre, presenciamos demasiados espectáculos sexuales. Y el autor se expone a ser repetitivo, especialmente considerando la historia de su novela previa, Diablo Guardián.

Por otro lado, pienso que a lo mejor estamos ante un libro interactivo que se revela de cierta forma dependiendo de los gustos y experiencias del lector. Y debo aclarar que hubo varias anécdotas en sus páginas que sí disfruté y que considero muy acertadas en su enfoque. Esta conclusión me hace pensar que la luna llena no siempre debe tomarse en las rocas sino que se presta para una variedad de cócteles, así que a continuación he decidido listar mi propia receta para disfrutar de esta nueva propuesta de Xavier Velasco:

1. La agonía del chic y el retorno del naco vengador
2. Mamazonas a galope
3. Atáscate, robot
4. La noche del cheque fresco
5. Lecciones de idioterapia
6. Déjalo ser, Senecto Pimienta
7. Paracaidismo nupcial: teoría y praxis
8. Arigato Hara-kiri
9. A una yarda de Penélope
10. Hinchas del marcador
11. Muérdeme, Suzi
12. Disparen contra ese niño
13. Favor de no pisar al señor Samsa
14. San Pedro y sus compadres
15. Súbditos de ocasión
16. La conexión noruega
17. Confesiones de un licántropo a sueldo

Diecisiete relatos que, de no estar diluidos en otros dieciocho, habrían hecho de este un libro extraordinario.

Sitio del autor: http://www.fullmoontonic.com/

Septiembre, 2007

Referencia Bibliográfica:
Velasco, Xavier. Luna Llena En Las Rocas. México: Alfaguara, 2005. 289 p.

sábado, 15 de septiembre de 2007

De Vuelta al Diván del Doctor Lecter

Quizás es preciso iniciar reconociendo un cierto factor perturbador dentro del entusiasmo que brota espontáneamente en el lector que se reencuentra con uno de los sociópatas homicidas más célebres de la Literatura: El Doctor Hannibal “El Caníbal” Lecter.

Aunque dudo que ese sea el caso, Thomas Harris debería compartir un porcentaje razonable de las regalías que este personaje le genera con el gran actor Anthony Hopkins; confío en que no soy el único en considerar que su interpretación cinematográfica contribuyó en gran medida a la popularidad de este villano y, al observar que de las cinco novelas que Harris ha publicado el Dr. Lecter aparece en cuatro, no es difícil suponer que sus fanáticos leen los diálogos escuchando mentalmente la voz de Sir Hopkins. No olvidemos que la primera incursión fílmica de este personaje en la película Manhunter (1986) con la interpretación de Brian Cox pasó sin pena ni gloria.

Nos ocupa en esta ocasión la más reciente novela de Harris (entiéndase: su nuevo intento por lucrar de su mayor creación), Hannibal Rising. Inspirado probablemente por la moda de los prequels en años recientes, Harris se propone en esta nueva entrega escarbar en el pasado que transformó al brillante psiquiatra en el monstruo que repetidamente ha frustrado al FBI y ha infundido temor en INTERPOL. Para esto nos lleva a la temprana niñez de Hannibal, nos muestra su vida original en Lituania, en el castillo que durante generaciones ha sido heredado por cada Conde Lecter. Este mundo es demolido rápidamente por la Segunda Guerra Mundial, que obliga a la Familia Lecter a refugiarse de los Nazis en una remota cabaña en los bosques. De ahí emergerá un Hannibal huérfano y traumatizado quien, bajo la tutela primero de su tío y luego de su viuda japonesa, irá afilando su genio cual espada samurai.

En lo personal me fascina Hannibal Lecter. Tan pronto supe de la nueva novela, tuve que leerla. Sin embargo, me adentré en sus páginas con recelo, pues soy de la opinión que éste es un personaje cuyo pasado no debe ser detallado, que Hannibal El Caníbal se torna más siniestro si el lector llena los espacios en blanco de su carrera homicida con su propia imaginación; pinceladas como el caso de Mason Verger bastan para helarnos la sangre.

Lo que me encontré en Hannibal Rising fue un relato de los años formativos del doctor, su niñez y adolescencia, que ambientado en la Europa de la post-guerra nos presenta detalles interesantes diluidos lamentablemente en una básica trama de venganza en la cual si bien el protagonista paso a paso va tomando decisiones cada vez más cuestionables que lo van transformando al transcurrir los años, al fin y al cabo está saldando las cuentas de una gran injusticia que en la impotencia de su niñez se vio forzado a presenciar. Como tal, Lecter se reduce a un simple anti-héroe, rol poco digno de una creación tan compleja como el sociópata que conocemos. El personaje de Lady Murasaki y su influencia oriental aporta nuevos matices a la leyenda, pero al final se ve reducida al rol tradicional de la co-protagonista femenina en esta clase de historias.

El eje dramático de la historia—lo ocurrido a Mischa, la hermana menor de Hannibal, y el papel que juega en su psicosis—para todos los que hemos leído las novelas previas ya había sido revelado con suficiente claridad en el capítulo cuarenta y ocho de Hannibal, previamente reseñada (http://mutismaldonado.blogspot.com/2007/09/hbitos-alimenticios.html), y por lo tanto pierde impacto en esta nueva entrega.

Aunque anteriormente he alabado esta serie como una de las pocas fusiones exitosas de literatura y cine—y aún lo afirmo—Hannibal Rising se siente producida expresamente para explotar su éxito comercial en el medio audiovisual, a tal punto que la deformación de su mano izquierda a la cual las tres novelas anteriores hacen marcada referencia en ésta desaparece misteriosamente, para alinearse más con la versión de Hollywood. Y la prueba final yace en la última página de la edición paperback, que nos invita a adquirir el DVD de Hannibal Rising, para el cual por primera vez Thomas Harris escribió el libreto.

En conclusión, no cuestiono que Harris sea quien mejor conoce a Lecter; lo único que necesita es paciencia para esperar a una historia apropiada para el personaje. Me hubiera gustado, por ejemplo, tener al menos un pantallazo de su actual vida en pareja con Clarice Sterling tras el desenlace de Hannibal. El mayor alivio de esta obra yace en que la verdadera carrera de Lecter como El Caníbal no se retrata en sus páginas sino que se augura en el capítulo sesenta, así que el lector sigue contando con el derecho de llenar esa importante parte de su biografía con su propia imaginación.


Sitio del autor: http://www.randomhouse.com/features/thomasharris/



Septiembre, 2007


Referencia Bibliográfica:
Harris, Thomas. Hannibal Rising. New York: Dell Books, 2007. 368 p.

Hábitos Alimenticios

Gracias a la pluma de Thomas Harris y la estupenda interpretación de Anthony Hopkins lectores y cinéfilos alrededor del mundo disfrutaron de los juegos psicológicos de uno de los más fabulosos villanos generados por la ficción: El Dr. Hannibal Lecter. Alrededor de “Hannibal el Caníbal” gira una trilogía de libros de los cuales Silence of the Lambs (El Silencio de los Inocentes), el episodio que realmente lanzó el personaje a la fama, es el segundo. La primera de estas obras es Red Dragon, y la última, Hannibal, inspiró el éxito de taquilla con el regreso de Hopkins al rol del Dr. Lecter a principios de este año, deleitando a una audiencia fascinada con este brillante asesino en serie.

Cuando el film se proyectaba en los cines locales me rehusé a verlo antes de finalizar la novela. Esto por supuesto, significó que cuando finalmente me senté ante la pantalla grande fue en una sala prácticamente vacía en los últimos días de la película. En aquel entonces pensé en escribir unas líneas sobre Hannibal pero el tiempo me lo impidió. No obstante, luego de alquilar la película en video he vuelto a recordar aquellas ideas que me vinieron a la mente sobre la experiencia híbrida que consiste el libro y la película.

Mientras que por regla general suele decirse que las adaptaciones cinematográficas de novelas resultan inferiores a su inspiración, ese no es el caso con esta cinta. Leer acerca de este peculiar personaje con el rostro y la voz de Anthony Hopkins en mente enriquece el relato. El Dr. Lecter es un asesino despiadado, inmisericorde e ingenioso. Es también un hombre brillante, con una vasta cultura, una mente prodigiosa y un agudo sentido de la ironía y de justicia poética. Sería difícil hallar otro actor que pudiese darle vida al Dr. Lecter con la dignidad y la clase con las que lo hace Hopkins.

Por supuesto, a pesar de todas las ventajas narrativas que el cine puede ofrecer, siempre carecerá de la profundidad que ofrece la palabra escrita. Si bien las escenas son recreadas con una admirable fidelidad al texto de la obra, no nos permiten penetrar en el mundo complejo de las mentes de los protagonistas como lo hacen las páginas del libro. No obstante, no cuesta ver en la expresión de Ray Liotta los pensamientos que cruzaban por la mente del personaje Paul Krendler en sus discusiones con Starling. Por otro lado, si bien no es posible negar ni la fantástica capacidad creativa ni las facultades descriptivas de Thomas Harris, también hay que reconocer que su prosa y sus dotes narrativos requieren algo de afinamiento. Al hacer el salto al cine, el diseño de Hannibal es perfeccionado al ser reubicadas ciertas escenas que incrementan el efecto dramático del relato.

Eventualmente los pinceles de Hollywood garabatean sobre el lienzo pintado por Harris. Irónicamente, el motivo por el cual Jodie Foster se rehusó a retomar su aclamado papel como la Agente Especial Clarice Starling desaparece del libreto que fue filmado. Luego de una escena vital, las historias divergen y se precipitan hacia desenlaces totalmente distintos. Si bien ambos son satisfactorios, como quizás podría esperarse los productores de la película no se atrevieron a correr los mismos riesgos que el autor de la novela.

En fin, cada versión de esta historia ofrece ventajas y desventajas, pero ambas son joyas en su propio medio, y por tanto, para recorrer la experiencia completa de Hannibal hay que sumergirse en las dos y caminar junto a los retorcidos personajes de Thomas Harris. Sólo en el libro conocerás el palacio mental del Dr. Lecter y los orígenes de su canibalismo, y sólo en la película verás a “Hannibal el Caníbal” en los diez más buscados del FBI junto a Osama Bin Laden.




Diciembre, 2001


Referencia Bibliográfica:
Harris, Thomas. Hannibal/New York: Dell Publishing, 2000. 546 p.

Huachaferías Para La Niña Mala

“Capaz termino enamorándome de ti.” Con esas cinco simples palabras la niña mala de Mario Vargas Llosa no sólo atrapa en su red a Ricardo Somocurcio sino también al lector casual de esta novela que en cierta medida queda imantado al relato como el espectador fascinado ante un terrible accidente de tránsito.

Las Travesuras de la Niña Mala nos las relata su víctima favorita, Ricardito, quien nos plantea en orden cronológico todas las ocasiones—desde su infancia hasta el ocaso de su vida—en las cuales sucumbió bajo distintos artilugios a los encantos elusivos de una misteriosa compatriota que se presenta intempestivamente en cada etapa de su vida con una nueva identidad, siendo exclusivamente consistente en su afán imperioso por hallar seguridad económica a cualquier costo.

Revestida en constantes elogios hacia la vida en París, la obra a veces parece sugerir que las desventuras de Ricardo y la niña mala fungirán como vehículo para retratarnos a través del tiempo el contraste de la evolución social europea y peruana. Pero poco después de la época hippie esta intención se diluye y el enfoque narrativo se centra plenamente en la atípica relación que los dos protagonistas sostienen por varias décadas como una tragedia griega light a la cual Ricardo no tiene otro remedio que resignarse a tolerar, casi como un cuento de hadas a la inversa.

Vargas Llosa deliberadamente evita adentrarse en los laberintos anímicos de la niña mala, proporcionándonos únicamente las claves para entender cuál es su objetivo y cuáles son sus métodos. En este sentido nos iguala a Ricardo en el rol de víctimas voluntarias que se arrojan sin reparos a cada aventura con la niña mala sólo con la garantía de que acabaremos con una nueva grieta en el corazón. Aún cuando la vida de esta conflictiva mujer se deteriora y se derrumba el autor nos permite simpatizar con ella mas se abstiene de redimirla.

Travesuras de la Niña Mala a momentos me hizo recordar a Violetta, aquel paradójico personaje de Xavier Velasco, como el cual muchos más habitan la literatura de todas las latitudes. Pero donde el atractivo de Violetta yacía en sus complejidades psicológicas, Vargas Llosa procura que su niña mala se asemeje más a esas flautistas de Hamelin de la vida real que se presentan como fuerzas de la naturaleza, sin explicación ni razonamiento, y dejan cicatrices nada más con emitir propuestas que sin comprometerlas hacen irresistible el seguirlas obedientemente hacia el precipicio.

Julio, 2007

eferencia Bibliográfica:
Vargas Llosa, Mario.. Travesuras de la Niña Mala. Colombia: Alfaguara, 2006. 375 p.

Llamadas Perdidas

En Cell nos encontramos con una premisa que sólo la imaginación de Stephen King sería capaz de coagular: El 1 de Octubre a las 3:03 p.m. los celulares transmiten una misteriosa señal que transforma a todo aquel que esté utilizando un móvil en un bestia violenta y descerebrada tan propensa a atacar a la persona más próxima como a lastimarse a sí mismo.

A lo largo de sus páginas seguimos a un grupo de sobrevivientes del Pulso—como rápidamente empiezan a denominar el acontecimiento—mientras acompañan a Clay Riddell, el protagonista de la novela, en un tortuoso peregrinaje. Clay es un artista gráfico que se encuentra de visita en Boston cerrando el negocio de su vida cuando la tragedia sucede, y su desesperación por volver a casa y descubrir el destino de su esposa e hijo se convierte en el motor de la trama. A lo largo del camino se le suma un nuevo amigo llamado Tom, la niña huérfana Alice, el estudiante universitario Jordan y el Decano Ardai, junto a quienes va descubriendo la extraña evolución de las víctimas del Pulso. Día a día dejan de actuar como criaturas salvajes y se van convirtiendo en una especie de bandada que merodea de día y duerme casi en coma durante las noches, conectada por una enigmática telaraña telepática que les permite hasta invadir los sueños de las personas normales.

Los sobrevivientes no tienen otra alternativa más que realizar sus viajes de noche, pues sólo están a salvo en las horas en las cuales no brilla el sol. Y entre ellos Clay y compañía también se encuentran con lo mejor y lo peor que la humanidad puede ofrecer, dando atisbos de nuestros instintos más básicos ante las normas sociales derrumbadas. Pero cuando este valiente equipo se torna proactiva y destruye a una de las bandadas, súbitamente se ven transformados en enemigos de todo ser viviente, y sus destinos los arrastran hacia el secreto de una remota ubicación en la cual, al no haber señal de teléfonos celulares, los pocos humanos restantes confían en que encontrarán refugio de sus nuevos depredadores.

Esta clase de narraciones post-apocalípticas no son novedad, y su éxito o fracaso dependen principalmente del enfoque que el escritor le dé a una civilización empujada al borde de la extinción. Llevaba años sin leer a este autor, y en Cell me encontré con un Stephen King de una prosa más comedida, a quien quizás los años le han sugerido que no hace falta ser tan gráfico en sus descripciones cuando sus habilidades narrativas tienen otras maneras de lucirse. La trama en sí te atrapa; los personajes y sus tribulaciones son lo bastante convincentes como para que no quieras apartarte de ellos ni por un instante de su recorrido. Aplaudes sus victorias pírricas y lloras sus pérdidas abismales.

No obstante, al dar un paso atrás y reevaluar el planteamiento de la novela no puedes evitar pensar que King tomó una idea prometedora y no la exprimió al máximo. Si bien triunfa en la difícil tarea de atraparnos en la verosimilitud de la situación, la historia acaba siendo demasiado íntima, demasiado reducida a un puñado de personajes sin abrir el compás para revelarnos qué ha ocurrido con la civilización. Si bien la trama llega a una conclusión satisfactoria, más pesan las preguntas que abundan en la mente del autor: ¿Qué causó El Pulso? ¿Fue místico o tecnológico? ¿Presenciamos un atentado terrorista o un castigo divino? ¿Cómo colapsaron los gobiernos y las instituciones globales? Es en esta área en donde el narrador desperdicia la oportunidad de plantear una novela verdaderamente especial y diferente.

La analogía de la mente humana con una computadora se siente un tanto forzada como un elemento casi deux ex machina utilizado para recompensar la esperanza de Clay. En contraste, la metáfora que con esta obra Stephen King insinúa de la actual cultura del teléfono móvil puede ser el concepto más impactante de toda la novela.


Julio, 2007

Referencia Bibliográfica:
King, Stephen. Cell. New York: Pocket Star Books, 2006. 449 p.