sábado, 3 de noviembre de 2007

Después de DefCon Uno

¿Recuerdan la crisis de los misiles soviéticos en Cuba de 1962, cuando John F. Kennedy y Nikita Kruschev tuvieron al mundo en tensión mientras se enfrentaban sus naciones? ¿Recuerdan cuando EEUU invadió Cuba y sus fuerzas fueron diezmadas por las armas nucleares tácticas de los rusos? ¿Recuerdan cuando los misiles intercontinentales acabaron con la Unión Soviética, Nueva York, Miami, San Diego, Washington, California, y redujeron a los Estados Unidos a un país tercer mundista incapaz de mantenerse a sí mismo?

Éstas y más son las preguntas que nos plantea Brendan DuBois en su magnífica novela de historia alterna Resurrection Day que empieza diez años después de que el conocido incidente de Octubre del ’62 escaló a la Tercera Guerra Mundial, alterando radicalmente el curso del Siglo XX. Como a menudo ha sido pronosticado, el conflicto bélico con armas nucleares fue sumamente breve—se libró en un puñado de días—pero provocó millones de bajas y daños irreparables.

La obra es protagonizada por Carl Landry, un periodista del Boston Globe que en la víspera del décimo aniversario de la Guerra Cubana investiga el incongruente homicidio de un veterano de la administración Kennedy quien aparentemente custodiaba secretos sobre lo que verdaderamente ocurrió en las últimas horas antes de que estallara la guerra. Esto precipita una serie de complicaciones en la vida de Carl, quien junto a una periodista británica llamada Sandy Price viaja por su devastada nación hasta llegar a la isla fantasma de Manhattan, a fin de descubrir la naturaleza de unos misteriosos documentos que pueden contener la clave para la resurrección de los Estados Unidos y resolver el enigma del culto que afirma que “¡JFK vive!”.

Aunque el motor de la historia de DuBois es el suspenso detrás de una conspiración potencial, el auténtico mérito de su obra es el vívido retrato que nos pinta de lo que fácilmente pudo haber ocurrido hace cuarenta años. El denominador común de la Guerra Fría fue el miedo, y una minúscula variación en las decisiones de los gobernantes de esas dos potencias podría haber provocado un desenlace como el de Resurrection Day.

Por la aniquilación de la Unión Soviética y Cuba Estados Unidos paga con su propia ruina, convertida en una nación bajo ley marcial, con libertades civiles limitadas y estados completamente inhabitables debido a la radioactividad, tras la muerte de cientos de miles de personas por hambre y de frío. Pandillas de huérfanos rondan las calles y jóvenes se oponen al servicio militar obligatorio que inevitablemente los llevará a las áreas contaminadas. Kennedy es el Presidente más odiado en la historia de EEUU y un demócrata jamás volverá a ganar las elecciones. Los estadounidenses son despreciados en Europa por el daño irreparable que su acometida nuclear contra los soviéticos infligió en el planeta y los británicos se sienten discretamente satisfechos al ver que su antigua colonia nuevamente depende de sus subsidios. Los periódicos son censurados por un editor militar, y cualquier voz que se oponga a alguna decisión del gobierno marcial es enviada a trabajar a los campos de descontaminación que equivale a una sentencia de muerte. Y el recorrido que Carl y Sandy harán por Manhattan y New Jersey dejará en la mente de los lectores la huella indeleble de los resultados de un holocausto nuclear.

La trama circula en torno al misterio detrás del General Ramsey Curtis—quien tomó control del país luego de que el gobierno fue destruido en Washington—, los planes secretos de restablecer el Imperio Británico y la civilización oculta que ha crecido en las zonas restringidas al margen de la dictadura militar. Así disfrutamos en Resurrection Day de un inolvidable thriller post-apocalíptico fundamentado en una minuciosa investigación que juega un doble papel al presentarse también como un argumento efectivo en contra de que los humanos dispongan de armas nucleares.



Octubre, 2007

Referencia Bibliográfica:
DuBois, Brendan. Resurrection Day. New York: Jove Books, 2000. 465 p.

domingo, 14 de octubre de 2007

Los Sicarios de Vallejo

Sin muchas referencias sobre la misma, abordé con curiosidad entusiasta la novela de Fernando Vallejo titulada La Virgen de los Sicarios, sólo para ver dicho entusiasmo evaporarse rápidamente y ser reemplazado un centenar de páginas más tarde por el deseo de exigirle al autor la devolución del tiempo invertido en su obra.

La premisa del libro atrae pues promete adentrarnos en el Medellín ochentero de los sicarios, esos peculiares soldados del narcoterrorismo que en lugar de chalecos anti-bala se forran con escapularios y que antes de ir a ejecutar una víctima le oran a la virgen para que guíe todas sus balas hasta su objetivo.

Y Vallejo contaba con los elementos necesarios para presentarnos una historia realmente memorable, pues queda claro en el recorrido caprichoso realizado por su protagonista que conoce muy bien la telaraña social que asfixiaba a Medellín el momento histórico inmediatamente posterior a la caída de Pablo Escobar.

En su lugar, el escritor opta por imponernos a un narrador fastidioso que seduce a jóvenes sicarios y luego los acompaña en una ola de homicidios impulsivos por toda la ciudad. Lo cual descrito de esa manera sigue sonando interesante, pero el relato rápidamente se deforma en una parodia de sí mismo repeliendo así el interés que cualquier lector pueda tener. Los personajes son escasos y absolutamente planos. Si bien está claro que el sicario colombiano nace en la pobreza y se forja en la ignorancia, dudo que en realidad hayan llegado al grado hiperbólico en el cual Vallejo los presenta, deambulando por las calles ejecutando impunes a cualquiera que se cruce en su camino con tal de complacer al narrador. Y aún si fuera así, el intento de cinismo en su enfoque desinfla de efecto dramático cada uno de los asesinatos.

El único que exhibe personalidad es el protagonista, un viejo hipócrita amargado cuyo goce exclusivo en la vida proviene del cuerpo de estos chicos a los que consiente, pero a la larga su voz narrativa también falla. Y entiendo que Vallejo deseaba retratarnos los rencores del colombiano promedio y mostrarnos los rasgos de Medellín, una ciudad erigida sobre la desidia humana. Comprendo que a través de este relato intentó exteriorizar su disgusto y desilusión ante el deterioro de Medellín y la insensible ignorancia de sus compatriotas De hecho la perspectiva del narrador me recordó a momentos el monólogo de Edward Norton frente al espejo en la película The 25th Hour de Spike Lee. El desprecio y la insensibilidad en esa clase de declaraciones están supuestos a confrontarnos con la desconfianza de todo ser humano hacia su prójimo y recordarnos que, si no le ponemos riendas oportunas, todos tenemos el potencial para odiar a quienes son distintos a nosotros. Pero se le va la mano; el narrador se desdibuja en una caricatura de sí mismo y en el proceso nos expele de su mundo.

Su traducción cinematográfica del 2001 no redime la historia, pese a que trata de hacerla más plausible. Nos pide tragarnos menos asesinatos caprichosos, los diálogos suenan menos forzados, pero al final no hay mucho que se pueda hacer si el material fuente es malo. Igual el protagonista—identificado en el film con el propio nombre del escritor—nos resulta antipático y sin más sustancia que una creación en dos dimensiones para cumplir un propósito. Tanto Alexis como Wílmar aparecen vacíos, sin personalidad, antecedentes o motivación, y sus intérpretes no contribuyen con su actuación sin entusiasmo.

Es lamentable que La Virgen de los Sicarios no llene las expectativas del relato que pudo ser. En lo personal, a quien quiera familiarizarse con la cultura de violencia que los carteles fomentaron en Medellín a finales de los ochenta les recomiendo decidirse mejor por la excelente película Rosario Tijeras, inspirada en la novela de Jorge Franco Romas, que tendrá que ser objeto de una futura reseña.


Octubre, 2007

Referencia Bibliográfica:
Vallejo, Fernando. La Virgen de los Sicarios. España: Suma de Letras. 2004. 174 p.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Enamorándonos de Stormy

Ciertamente la premisa de estas novelas no es novedad en la ficción. Libros, películas y series televisivas la han reciclado una y otra vez. Por eso, cuando descubrí la novela de Dean Koontz titulada Odd Thomas que relata la historia de un joven con la habilidad de comunicarse con fantasmas atascados en nuestro mundo, me pregunté, ¿por qué un autor tan creativo como él recurriría a un tema que fue tan bien ejecutado hace pocos años por M. Night Shyamalan en El Sexto Sentido?

Olvidé de momento que el arte de contar historias no consiste sólo en concebir una trama y personajes adecuados a la misma, sino en filtrar el mundo por las experiencias y la imaginación del autor, y ese ejercicio lo transforma en una versión singular dependiendo de sus perspectivas personajes.

En otras palabras, ahora tengo una trilogía de libros que me parecen lo mejor que Koontz ha producido en muchos años.

Como toda buena propuesta fantástica, la interacción de Odd Thomas con el más allá tiene sus reglas: Los fantasmas no pueden hablar ni emitir ningún sonido, lo cual obliga al protagonista a encontrar otras formas de comunicarse con ellos. Generalmente aparecen con la ropa en la que fallecieron y no pueden afectar nuestro mundo físico—salvo que hayan muerto de forma muy traumática y se encuentre en un estado iracundo, en cuyo caso Odd los denomina Poltergeists. También existen los bodachs, unas apariciones inhumanas e incorpóreas que sólo se hacen presentes cuando se avecina una gran tragedia y llegan al éxtasis con el sufrimiento de las víctimas. Además, Odd tiene un poder complementario, una especie de magnetismo psíquico que lo ayuda a localizar personas o sitios en los que enfoca sus pensamientos. Bajo esta premisa se desarrollan las tres novelas.

Odd Thomas

En su primera aventura, la inesperada llegada de bodachs a Pico Mundo conduce a Odd en una desesperada búsqueda, presentándonos al elenco de peculiares personajes que lo rodean y lo apoyan, mientras intenta descifrar cuál es el gran desastre que se avecina sobre el centro comercial de Green Moon.

Forever Odd

Los meses desde el incidente de Green Moon no han sido fáciles para Odd, pero cuando el padre de su amigo Danny Jessup se le presenta—recién asesinado—pidiendo su ayuda para rescatar a Danny, Odd no tiene más remedio que embarcarse en una nueva odisea. Danny padece de osteogenesis imperfecta, aflicción que hace que sus huesos se fracturen con cualquier impacto. Ha sido secuestrado por una misteriosa mujer llamada Dathura que convoca a Odd a las ruinas de un casino, en donde planea valerse de la abducción para explotar las habilidades de Odd.

Brother Odd

Ansiando paz y tranquilidad, Odd se ha marchado a vivir en un monasterio remoto en el cual los muertos no buscan su ayuda. Pero los problemas nuevamente tocan a su puerta en medio de una fiera tormenta de nieve, cuando criaturas que no son ni de este mundo ni de aquel empiezan a aparecer, amenazando a los niños enfermos a quienes cuidan en el convento.

El encanto de estos libros no radica tanto en las situaciones en las cuales Odd se encuentra involucrado sino en su propia caracterización. La narración en primera persona está tan bien lograda que nos hace sentir que un amigo con el cual crecimos nos está relatando los últimos acontecimientos de su vida. El joven Thomas es sensible, respetuoso, humilde, franco y exhibe un sentido del humor discreto pero incisivo. En lo personal, me es inevitable escuchar el monólogo de Odd con la voz de Tobey Maguire.

Nuestro protagonista ha aprendido—o más bien se ha resignado—a existir con su inexplicable don y, los muertos, al percatarse de que él puede verlos, recurren a él para que les ayude a resolver las circunstancias que les impiden transitar al siguiente mundo. Ya que cualquier noche lo puede despertar un fantasma en pijamas buscando su ayuda, Odd no tiene otra opción que procurar simplificar el resto de su vida. Trabaja como cocinero y sueña con ser vendedor de neumáticos; se aferra a muy pocas posesiones, entre las que sobresale una tarjeta ganada en una feria que pronosticó su unión eterna con su adorada novia, Stormy. Y es que Odd no es un héroe; si pudiera se desharía de su habilidad especial en un parpadeo. Y la tristeza que inspira su deber se deja ver en su relato sin cruzar la frontera con la amargura.

Por otro lado, el concepto de que Odd está escribiendo manuscritos de sus aventuras invita a variaciones de las técnicas literarias utilizadas. En la primera novela se confiesa un narrador no fiable, y en la tercera juega con el tiempo y el espacio para mostrarnos escenas en las cuales él no participó. Esto le da versatilidad a su perspectiva unipersonal.

La saga también se enriquece gracias al conjunto de personajes con los cuales Odd interactúa en el pueblo desértico de Pico Mundo y luego en el convento. Una familia sustituta se forja como confidentes y guardianes de su habilidad secreta: El obeso escritor Ozzie Boone (y su gato El Terrible Chester) quien incita a Odd a plasmar sus aventuras en papel para la posteridad. El Jefe de Policía Wyatt Porter—el Comisionado Gordon de Odd—quien no está unido al protagonista sólo por su frecuente ayuda para resolver crímenes sino por un hondo afecto paternal. Terri Stambaugh, la jefa de Odd en el restaurante y la madre que su progenitora nunca fue. Luego en el convento adoptamos al misterioso bibliotecario Rodion Romanovich y al Hermano Nudillos, el más simpático sicario bregando por la redención.

Y Elvis Presley. Sí, el Rey del Rock and Roll vive con Odd.
La saga contiene todos los elementos característicos de las obras de Koontz, desde los padres psicóticos, desinteresados y abusivos hasta el amor de pareja que redime y revitaliza al héroe. Pero aquí Koontz le imprime un nuevo giro que refresca lo que de otra forma ya se sentiría formulaico en sus escritos y nos hace identificarnos con el amor de la vida de Odd como ningún otro de sus previos libros.

Después de fallos como Christopher Snow, Koontz ha descubierto la gracia del protagonista recurrente. Y la prueba está en que de sus docenas de novelas éstas son las que más correspondencia de sus lectores ha recibido, y ya se está preparando una serie de comics manga sobre el personaje.

Mi única recomendación es que para futuras entregas se aleje de elementos de ciencia ficción y mantenga anclado al personaje en la maldad natural del hombre, que es precisamente el elemento que hizo de Odd Thomas la más impactante de la trilogía.



Septiembre, 2007

Enlaces de Interés:
Entrevista con Odd: http://www.deankoontz.com/books/odd-thomas/interviews.php
Manga de Odd: http://www.deankoontz.com/whats-new/odd-thomas-manga-press-release.php

Referencias Bibliográficas:
Koontz, Dean. Odd Thomas. New York: Bantam Books, 2003. 446 p.
Koontz, Dean. Forever Odd. Londres: Harper Collins, 2006. 419 p.
Koontz, Dean. Brother Odd. New York: Bantam Books, 2006. 430 p.

Bond, Jane Bond

Greg Rucka rápidamente se está convirtiendo en un autor del cual hay que estar pendiente. Descrito por el Salem Statesman Journal como una mezcla de Hemingway, Spillane y Hammett, se ha caracterizado por tomar géneros a los cuales claramente adora y revitalizarlos con tramas rigurosamente veristas y personajes psicológicamente complejos sin diluir el cóctel de suspenso y acción requerido por un thriller.

Estos rasgos salen a relucir con mayor claridad en su serie de espionaje que comenzó con el comic Queen & Country para luego trasladarse a las dos magníficas novelas A Gentleman’s Game y Private Wars. Gestada por su fascinación nostálgica con una vieja serie británica llamada The Sandbaggers, la saga relata las misiones y dilemas de la Sección de Operaciones Especiales de MI6, la agencia de inteligencia británica, y en especial de la agente Tara F. Chace. Ella es parte de un trío de operadores conocidos como Minders que se encargan de las tareas más difíciles: Extracciones, asesinatos, sabotajes… Cuando la situación exige un trabajo sucio, siempre habrá un Minder listo para meter las manos en la mugre.

Al comenzar A Gentleman’s Game, Tara ocupa la posición de Minder Uno, con Nicky Poole en la segunda silla y Chris Lankford en la tercera. Un atentado terrorista golpea trágicamente al sistema de trenes subterráneos de Londres. El Gobierno de Su Majestad decide tomar represalias contra los terroristas wahhabistas y eliminar al líder religioso detrás de los atentados, así que Tara es despachada al Yemen en donde además de su objetivo se ve obligada a ejecutar a un príncipe saudita en plena oración en medio de una mezquita. La crisis política no se hace esperar y sus superiores deciden sacrificar a nuestra heroína, entregándola al gobierno saudita como la responsable del regicidio en intercambio por la erradicación de un campo de entrenamiento de terroristas. Pero la Sección de Operaciones Especiales no abandona a los suyos, y Tara no está dispuesta a ceder sin antes dar batalla, aunque eso implique huir acompañada del antiguo Minder Uno Tom Wallace, aliarse a la Mossad israelita y pagar un alto precio con tal de viajar al campo terrorista cuya destrucción garantizará su libertad.

En su segunda novela, Private Wars, descubrimos que Tara ahora es una madre soltera quien, al estrellarse contra el pragmatismo de su jefe, el Director de Operaciones Paul Crocker, decidió renunciar al servicio secreto. Pero, al mismo tiempo que la falta de propósito la hace extrañar su antiguo empleo, Crocker se ve a sí mismo acorralado en un precipicio político cuya única salida puede ser montar una operación sin autorización en Uzbekistán. Esto los une nuevamente, y Tara parte rumbo a una delicada extracción que acaba en desastre, tortura y su eventual regreso a la posición de Minder Uno. Meses más tarde el pasado toca a su puerta: Tara debe regresar a Uzbekistán y, contra todos sus instintos, revertir los cambios que su primera incursión ocasionó—aunque implique ignorar cada uno de sus principios morales.

¿Suenan como típicas historias de acción e intriga? Todo lo contrario: Ambas novelas están repletas de dramas personales. El escenario de conflicto global es el lienzo sobre el cual se pinta con extenuante realismo los estragos que este estilo de vida inflige sobre sus protagonistas desde el Jefe del Servicio Secreto, Sir Francis Barclay, que exhibe gran astucia política e instinto de auto-preservación, hasta el Director Crocker: Brusco, maleducado, insensible—rasgos de un hombre acostumbrado a hacer cualquier sacrificio por un trabajo en el que tiene casi tanta convicción como su lealtad por sus subordinados. El relato superlativo se revela en el realismo que se logra con la relación de Paul con Angela Cheng, su contacto de la CIA, y la incómoda amistad que compartir el estrés forja entre ellos, o con el humor de Nick Poole, Minder Dos, ex–SAS, espía abiertamente gay.

Pero, particularmente, es gracias a la caracterización de Tara, quizás el mejor de los personajes de Rucka (quien ya ha concebido algunos geniales, como Atticus Kodiak y Mim Bracca). No esperes verla bebiendo martinis en un casino; ella es una agente altamente calificada y con una determinación inflexible para lograr su objetivo templada por una baja auto-estima y una búsqueda innata de aprobación que siempre la hará esmerarse más.

Greg Rucka no recurre a las soluciones sencillas o a las respuestas en blanco y negro. Esto lo notamos en los perfiles de sus antagonistas: William Leacock, el joven británico que se enamora del wahhabismo, cambia su nombre a Sinnan y busca activamente ser un jihadi. Sevara Malikov-Ganiev—heredera del Presidente de Uzbekistán—y su amante Ahtam Zahidov, narcisistas sádicos ansiosos por la aprobación de los estadounidenses que sin embargo torturan a su propio pueblo para consolidar su poder. Estos no son villanos convencionales a punto de activar una bomba nuclear para llenar la cuota de maldad adecuada; son personajes arrancados de los titulares del Siglo XXI.

La acción abunda en sus páginas, el suspenso no flaquea en ningún capítulo, pero lo más interesante de estas novelas es el grado de detalle en su intriga, el tiempo dedicado a los juegos políticos entre las grandes naciones, el costo que algunos están dispuestos a pagar tanto para lograr un objetivo como para avanzar su propia carrera. Hay que aplaudir la minuciosa investigación que Rucka lleva a cabo en su afán de no comprometer el realismo de la historia. La abundancia en detalles resulta casi educativa, e inclusive cuando la violencia se precipita está tan bien fundamentada que resulta tan creíble como cualquier noticia que vemos en CNN.

Ambas novelas son fenomenales; si tengo que escoger una favorita sería Private Wars, quizás porque a estas alturas ya tenemos fatiga del tema del terrorismo, pero sobre todo porque los personajes están mejor logrados, los giros son más imprevisibles y la evolución del conflicto progresa por canales temáticos paralelos: Por un lado está la importancia política de la jaqueca diplomática provocada por Crocker y compañía, y por otro lo que la segunda colisión de agendas en Uzbekistán significa para cada uno de sus participantes.

Pero realmente espero poder decir que mi preferida será alguna de las futuras entregas de las aventuras de Tara Felicity Chace.

Sitio del autor: http://www.gregrucka.com/
Septiembre, 2007



Referencias Bibliográficas:
Rucka, Greg. A Gentleman’s Game. New York: Bantam Books, 2004. 481 p.
Rucka, Greg. Private Wars. New York: Bantam Books, 2005. 503 p.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Vivir Rápido y Morir Joven

Al leer la novela de Greg Rucka A Fistful of Rain no pude evitar asignarle a la protagonista y narradora la voz de Jeanine Garofallo. Es el tono ideal para Mim Bracca: Marginalmente humoroso, abundantemente cínico e inoportunamente emotivo. Y esas características también aplican al personaje, que se nos presenta con las cicatrices psicológicas que la pluma de Rucka sabe trazar.

Greg ya anteriormente procuró innovar en el género del thriller con su serie del guardaespaldas Atticus Kodiak, pero en esta ocasión da un paso más original y nos propone, como heroína, a la guitarrista de una banda de rock que cuenta con más recuerdos traumáticos que sentido común. Vanessa, la vocalista del grupo Tailhook, en media gira decide enviar a Mim de vuelta a casa para que resuelva su problema de alcoholismo que comienza a perjudicar al conjunto. Y ahí comienza la historia.

De vuelta en Portland, Mim tiene que lidiar con el hecho de que mientras estaba de gira la popularidad de Tailhook la ha convertido en una celebridad. Y eso no sólo implica la portada de Rolling Stone. También incluye encuentros peligrosos en el portal de su casa, fotos de ella desnuda en Internet, homicidios y chantajes. Y como respuesta, Mim bebe. Su hermano—vendedor de drogas—le revela que su padre ha salido de la cárcel—en donde estuvo pagando una condena por el homicidio de su madre—y desea hacer las paces con ella. Y como respuesta, Mim bebe. Pero sus reacciones monotemáticas resultarán insuficientes al enfrentarse al plan implementado por un misterioso hombre enmascarado que no se detendrá hasta arrebatarle las pocas cosas que le quedan.

Rucka está consciente de que una de sus mayores habilidades narrativas se concentra en la caracterización, y la explota al máximo en esta novela. Mim es un fascinante personaje que se aleja tanto del rol de heroína como el de anti-heroína, y se planta en el cómodo papel de cualquier persona cotidiana falta de un par de años de terapia emocional. Afortunadamente nadie le advirtió a Greg que esa no es la protagonista apropiada para una historia de suspenso, pues las amenazas y desafíos que surgen a lo largo de la trama ocupan segundo lugar al comportamiento errático de Mim a medida que comete error tras error en sus intentos de salir de una trampa de la cual sólo tendrá oportunidad de liberarse si halla el valor para confrontar el pasado del que ha huido pavorosamente.

La primera oración de A Fistful of Rain nos la dice Mim Bracca: “Ésta es la canción que jamás podré escribir”. Así, Greg Rucka pone la tónica de un relato que se apodera de la sensibilidad propia de una artista y la exprime hasta arrancarle la última lágrima, sin que en ningún momento los acontecimiento dejen de tomar giros que mantendrán desconcertados tanto a la guitarrista de Tailhook como a sus lectores, haciéndonos concluir que más que el sofá de un buen psicólogo lo que estos personajes necesitan es precisamente los suplicios a los cuales su creador es capaz de someterlos.

Sitio del autor: http://www.gregrucka.com/


Noviembre, 2004

Referencia Bibliográfica:
Rucka, Greg. A Fistful of Rain. New York: Bantam Books, 2004. 364 p.

Receta para una Luna Llena

Quedé fascinado con la primera novela de Xavier Velasco, Diablo Guardián, con la cual inauguré este blog (http://mutismaldonado.blogspot.com/2007/05/todo-sobre-violetta.html), y que bien merecido se tiene el Premio Alfaguara 2003, así que no vacilé en adquirir su siguiente propuesta, Luna Llena En Las Rocas cuya contraportada anuncia como un libro sobre la buena vida que frecuenta sitios de mala muerte. Con tal preámbulo no nos puede ir mal, ¿verdad?

Abordé la obra con la preconcepción de que se trataría de una nueva novela, pero rápidamente descubrí que ese no era el caso. Mi siguiente impresión fue que estaba ante una colección de cuentos, pero fallé otra vez. Lo que tenía en mis manos era una serie de relatos que recorren todo el ámbito de la vida nocturna mexicana, desde clubes nocturnos, discotecas de moda, casas de citas, raves, bares de baja reputación y hasta una excursión a Tijuana. Una temática que no debería sorprendernos, proviniendo de Velasco.

La prosa de Xavier suele ser muy singular e interesante, su manera peculiar de ver el mundo con una mente quizás hasta excesivamente abierta se filtra en una mezcla de analogías y metáforas insólitas usualmente bien logradas con palabras escogidas y armonizadas deliberadamente, siempre inyectadas de una espesa dosis de ácida crítica social que excluyen al aleccionamiento como un efecto secundario.

Dicho lo anterior, debo reconocer que Luna Llena En Las Rocas, pese a mi predisposición a gustarme el trabajo del autor, me exigió esfuerzo y disciplina para completarla. No es un libro que se deja leer con facilidad, ni siquiera para un noctámbulo como el suscrito. A lo mejor se deba a la carencia de trama, o específicamente a la ausencia de un elenco de personajes y a un protagonista que nos sirva de ventana al áspero mundo de las madrugadas en el cual Velasco se adentra.

A mi juicio, la obra padece de un exceso de morbosidad. Acudimos a demasiados puticlubes, conocemos a demasiadas mujeres de la vida alegre, presenciamos demasiados espectáculos sexuales. Y el autor se expone a ser repetitivo, especialmente considerando la historia de su novela previa, Diablo Guardián.

Por otro lado, pienso que a lo mejor estamos ante un libro interactivo que se revela de cierta forma dependiendo de los gustos y experiencias del lector. Y debo aclarar que hubo varias anécdotas en sus páginas que sí disfruté y que considero muy acertadas en su enfoque. Esta conclusión me hace pensar que la luna llena no siempre debe tomarse en las rocas sino que se presta para una variedad de cócteles, así que a continuación he decidido listar mi propia receta para disfrutar de esta nueva propuesta de Xavier Velasco:

1. La agonía del chic y el retorno del naco vengador
2. Mamazonas a galope
3. Atáscate, robot
4. La noche del cheque fresco
5. Lecciones de idioterapia
6. Déjalo ser, Senecto Pimienta
7. Paracaidismo nupcial: teoría y praxis
8. Arigato Hara-kiri
9. A una yarda de Penélope
10. Hinchas del marcador
11. Muérdeme, Suzi
12. Disparen contra ese niño
13. Favor de no pisar al señor Samsa
14. San Pedro y sus compadres
15. Súbditos de ocasión
16. La conexión noruega
17. Confesiones de un licántropo a sueldo

Diecisiete relatos que, de no estar diluidos en otros dieciocho, habrían hecho de este un libro extraordinario.

Sitio del autor: http://www.fullmoontonic.com/

Septiembre, 2007

Referencia Bibliográfica:
Velasco, Xavier. Luna Llena En Las Rocas. México: Alfaguara, 2005. 289 p.

sábado, 15 de septiembre de 2007

De Vuelta al Diván del Doctor Lecter

Quizás es preciso iniciar reconociendo un cierto factor perturbador dentro del entusiasmo que brota espontáneamente en el lector que se reencuentra con uno de los sociópatas homicidas más célebres de la Literatura: El Doctor Hannibal “El Caníbal” Lecter.

Aunque dudo que ese sea el caso, Thomas Harris debería compartir un porcentaje razonable de las regalías que este personaje le genera con el gran actor Anthony Hopkins; confío en que no soy el único en considerar que su interpretación cinematográfica contribuyó en gran medida a la popularidad de este villano y, al observar que de las cinco novelas que Harris ha publicado el Dr. Lecter aparece en cuatro, no es difícil suponer que sus fanáticos leen los diálogos escuchando mentalmente la voz de Sir Hopkins. No olvidemos que la primera incursión fílmica de este personaje en la película Manhunter (1986) con la interpretación de Brian Cox pasó sin pena ni gloria.

Nos ocupa en esta ocasión la más reciente novela de Harris (entiéndase: su nuevo intento por lucrar de su mayor creación), Hannibal Rising. Inspirado probablemente por la moda de los prequels en años recientes, Harris se propone en esta nueva entrega escarbar en el pasado que transformó al brillante psiquiatra en el monstruo que repetidamente ha frustrado al FBI y ha infundido temor en INTERPOL. Para esto nos lleva a la temprana niñez de Hannibal, nos muestra su vida original en Lituania, en el castillo que durante generaciones ha sido heredado por cada Conde Lecter. Este mundo es demolido rápidamente por la Segunda Guerra Mundial, que obliga a la Familia Lecter a refugiarse de los Nazis en una remota cabaña en los bosques. De ahí emergerá un Hannibal huérfano y traumatizado quien, bajo la tutela primero de su tío y luego de su viuda japonesa, irá afilando su genio cual espada samurai.

En lo personal me fascina Hannibal Lecter. Tan pronto supe de la nueva novela, tuve que leerla. Sin embargo, me adentré en sus páginas con recelo, pues soy de la opinión que éste es un personaje cuyo pasado no debe ser detallado, que Hannibal El Caníbal se torna más siniestro si el lector llena los espacios en blanco de su carrera homicida con su propia imaginación; pinceladas como el caso de Mason Verger bastan para helarnos la sangre.

Lo que me encontré en Hannibal Rising fue un relato de los años formativos del doctor, su niñez y adolescencia, que ambientado en la Europa de la post-guerra nos presenta detalles interesantes diluidos lamentablemente en una básica trama de venganza en la cual si bien el protagonista paso a paso va tomando decisiones cada vez más cuestionables que lo van transformando al transcurrir los años, al fin y al cabo está saldando las cuentas de una gran injusticia que en la impotencia de su niñez se vio forzado a presenciar. Como tal, Lecter se reduce a un simple anti-héroe, rol poco digno de una creación tan compleja como el sociópata que conocemos. El personaje de Lady Murasaki y su influencia oriental aporta nuevos matices a la leyenda, pero al final se ve reducida al rol tradicional de la co-protagonista femenina en esta clase de historias.

El eje dramático de la historia—lo ocurrido a Mischa, la hermana menor de Hannibal, y el papel que juega en su psicosis—para todos los que hemos leído las novelas previas ya había sido revelado con suficiente claridad en el capítulo cuarenta y ocho de Hannibal, previamente reseñada (http://mutismaldonado.blogspot.com/2007/09/hbitos-alimenticios.html), y por lo tanto pierde impacto en esta nueva entrega.

Aunque anteriormente he alabado esta serie como una de las pocas fusiones exitosas de literatura y cine—y aún lo afirmo—Hannibal Rising se siente producida expresamente para explotar su éxito comercial en el medio audiovisual, a tal punto que la deformación de su mano izquierda a la cual las tres novelas anteriores hacen marcada referencia en ésta desaparece misteriosamente, para alinearse más con la versión de Hollywood. Y la prueba final yace en la última página de la edición paperback, que nos invita a adquirir el DVD de Hannibal Rising, para el cual por primera vez Thomas Harris escribió el libreto.

En conclusión, no cuestiono que Harris sea quien mejor conoce a Lecter; lo único que necesita es paciencia para esperar a una historia apropiada para el personaje. Me hubiera gustado, por ejemplo, tener al menos un pantallazo de su actual vida en pareja con Clarice Sterling tras el desenlace de Hannibal. El mayor alivio de esta obra yace en que la verdadera carrera de Lecter como El Caníbal no se retrata en sus páginas sino que se augura en el capítulo sesenta, así que el lector sigue contando con el derecho de llenar esa importante parte de su biografía con su propia imaginación.


Sitio del autor: http://www.randomhouse.com/features/thomasharris/



Septiembre, 2007


Referencia Bibliográfica:
Harris, Thomas. Hannibal Rising. New York: Dell Books, 2007. 368 p.

Hábitos Alimenticios

Gracias a la pluma de Thomas Harris y la estupenda interpretación de Anthony Hopkins lectores y cinéfilos alrededor del mundo disfrutaron de los juegos psicológicos de uno de los más fabulosos villanos generados por la ficción: El Dr. Hannibal Lecter. Alrededor de “Hannibal el Caníbal” gira una trilogía de libros de los cuales Silence of the Lambs (El Silencio de los Inocentes), el episodio que realmente lanzó el personaje a la fama, es el segundo. La primera de estas obras es Red Dragon, y la última, Hannibal, inspiró el éxito de taquilla con el regreso de Hopkins al rol del Dr. Lecter a principios de este año, deleitando a una audiencia fascinada con este brillante asesino en serie.

Cuando el film se proyectaba en los cines locales me rehusé a verlo antes de finalizar la novela. Esto por supuesto, significó que cuando finalmente me senté ante la pantalla grande fue en una sala prácticamente vacía en los últimos días de la película. En aquel entonces pensé en escribir unas líneas sobre Hannibal pero el tiempo me lo impidió. No obstante, luego de alquilar la película en video he vuelto a recordar aquellas ideas que me vinieron a la mente sobre la experiencia híbrida que consiste el libro y la película.

Mientras que por regla general suele decirse que las adaptaciones cinematográficas de novelas resultan inferiores a su inspiración, ese no es el caso con esta cinta. Leer acerca de este peculiar personaje con el rostro y la voz de Anthony Hopkins en mente enriquece el relato. El Dr. Lecter es un asesino despiadado, inmisericorde e ingenioso. Es también un hombre brillante, con una vasta cultura, una mente prodigiosa y un agudo sentido de la ironía y de justicia poética. Sería difícil hallar otro actor que pudiese darle vida al Dr. Lecter con la dignidad y la clase con las que lo hace Hopkins.

Por supuesto, a pesar de todas las ventajas narrativas que el cine puede ofrecer, siempre carecerá de la profundidad que ofrece la palabra escrita. Si bien las escenas son recreadas con una admirable fidelidad al texto de la obra, no nos permiten penetrar en el mundo complejo de las mentes de los protagonistas como lo hacen las páginas del libro. No obstante, no cuesta ver en la expresión de Ray Liotta los pensamientos que cruzaban por la mente del personaje Paul Krendler en sus discusiones con Starling. Por otro lado, si bien no es posible negar ni la fantástica capacidad creativa ni las facultades descriptivas de Thomas Harris, también hay que reconocer que su prosa y sus dotes narrativos requieren algo de afinamiento. Al hacer el salto al cine, el diseño de Hannibal es perfeccionado al ser reubicadas ciertas escenas que incrementan el efecto dramático del relato.

Eventualmente los pinceles de Hollywood garabatean sobre el lienzo pintado por Harris. Irónicamente, el motivo por el cual Jodie Foster se rehusó a retomar su aclamado papel como la Agente Especial Clarice Starling desaparece del libreto que fue filmado. Luego de una escena vital, las historias divergen y se precipitan hacia desenlaces totalmente distintos. Si bien ambos son satisfactorios, como quizás podría esperarse los productores de la película no se atrevieron a correr los mismos riesgos que el autor de la novela.

En fin, cada versión de esta historia ofrece ventajas y desventajas, pero ambas son joyas en su propio medio, y por tanto, para recorrer la experiencia completa de Hannibal hay que sumergirse en las dos y caminar junto a los retorcidos personajes de Thomas Harris. Sólo en el libro conocerás el palacio mental del Dr. Lecter y los orígenes de su canibalismo, y sólo en la película verás a “Hannibal el Caníbal” en los diez más buscados del FBI junto a Osama Bin Laden.




Diciembre, 2001


Referencia Bibliográfica:
Harris, Thomas. Hannibal/New York: Dell Publishing, 2000. 546 p.

Huachaferías Para La Niña Mala

“Capaz termino enamorándome de ti.” Con esas cinco simples palabras la niña mala de Mario Vargas Llosa no sólo atrapa en su red a Ricardo Somocurcio sino también al lector casual de esta novela que en cierta medida queda imantado al relato como el espectador fascinado ante un terrible accidente de tránsito.

Las Travesuras de la Niña Mala nos las relata su víctima favorita, Ricardito, quien nos plantea en orden cronológico todas las ocasiones—desde su infancia hasta el ocaso de su vida—en las cuales sucumbió bajo distintos artilugios a los encantos elusivos de una misteriosa compatriota que se presenta intempestivamente en cada etapa de su vida con una nueva identidad, siendo exclusivamente consistente en su afán imperioso por hallar seguridad económica a cualquier costo.

Revestida en constantes elogios hacia la vida en París, la obra a veces parece sugerir que las desventuras de Ricardo y la niña mala fungirán como vehículo para retratarnos a través del tiempo el contraste de la evolución social europea y peruana. Pero poco después de la época hippie esta intención se diluye y el enfoque narrativo se centra plenamente en la atípica relación que los dos protagonistas sostienen por varias décadas como una tragedia griega light a la cual Ricardo no tiene otro remedio que resignarse a tolerar, casi como un cuento de hadas a la inversa.

Vargas Llosa deliberadamente evita adentrarse en los laberintos anímicos de la niña mala, proporcionándonos únicamente las claves para entender cuál es su objetivo y cuáles son sus métodos. En este sentido nos iguala a Ricardo en el rol de víctimas voluntarias que se arrojan sin reparos a cada aventura con la niña mala sólo con la garantía de que acabaremos con una nueva grieta en el corazón. Aún cuando la vida de esta conflictiva mujer se deteriora y se derrumba el autor nos permite simpatizar con ella mas se abstiene de redimirla.

Travesuras de la Niña Mala a momentos me hizo recordar a Violetta, aquel paradójico personaje de Xavier Velasco, como el cual muchos más habitan la literatura de todas las latitudes. Pero donde el atractivo de Violetta yacía en sus complejidades psicológicas, Vargas Llosa procura que su niña mala se asemeje más a esas flautistas de Hamelin de la vida real que se presentan como fuerzas de la naturaleza, sin explicación ni razonamiento, y dejan cicatrices nada más con emitir propuestas que sin comprometerlas hacen irresistible el seguirlas obedientemente hacia el precipicio.

Julio, 2007

eferencia Bibliográfica:
Vargas Llosa, Mario.. Travesuras de la Niña Mala. Colombia: Alfaguara, 2006. 375 p.

Llamadas Perdidas

En Cell nos encontramos con una premisa que sólo la imaginación de Stephen King sería capaz de coagular: El 1 de Octubre a las 3:03 p.m. los celulares transmiten una misteriosa señal que transforma a todo aquel que esté utilizando un móvil en un bestia violenta y descerebrada tan propensa a atacar a la persona más próxima como a lastimarse a sí mismo.

A lo largo de sus páginas seguimos a un grupo de sobrevivientes del Pulso—como rápidamente empiezan a denominar el acontecimiento—mientras acompañan a Clay Riddell, el protagonista de la novela, en un tortuoso peregrinaje. Clay es un artista gráfico que se encuentra de visita en Boston cerrando el negocio de su vida cuando la tragedia sucede, y su desesperación por volver a casa y descubrir el destino de su esposa e hijo se convierte en el motor de la trama. A lo largo del camino se le suma un nuevo amigo llamado Tom, la niña huérfana Alice, el estudiante universitario Jordan y el Decano Ardai, junto a quienes va descubriendo la extraña evolución de las víctimas del Pulso. Día a día dejan de actuar como criaturas salvajes y se van convirtiendo en una especie de bandada que merodea de día y duerme casi en coma durante las noches, conectada por una enigmática telaraña telepática que les permite hasta invadir los sueños de las personas normales.

Los sobrevivientes no tienen otra alternativa más que realizar sus viajes de noche, pues sólo están a salvo en las horas en las cuales no brilla el sol. Y entre ellos Clay y compañía también se encuentran con lo mejor y lo peor que la humanidad puede ofrecer, dando atisbos de nuestros instintos más básicos ante las normas sociales derrumbadas. Pero cuando este valiente equipo se torna proactiva y destruye a una de las bandadas, súbitamente se ven transformados en enemigos de todo ser viviente, y sus destinos los arrastran hacia el secreto de una remota ubicación en la cual, al no haber señal de teléfonos celulares, los pocos humanos restantes confían en que encontrarán refugio de sus nuevos depredadores.

Esta clase de narraciones post-apocalípticas no son novedad, y su éxito o fracaso dependen principalmente del enfoque que el escritor le dé a una civilización empujada al borde de la extinción. Llevaba años sin leer a este autor, y en Cell me encontré con un Stephen King de una prosa más comedida, a quien quizás los años le han sugerido que no hace falta ser tan gráfico en sus descripciones cuando sus habilidades narrativas tienen otras maneras de lucirse. La trama en sí te atrapa; los personajes y sus tribulaciones son lo bastante convincentes como para que no quieras apartarte de ellos ni por un instante de su recorrido. Aplaudes sus victorias pírricas y lloras sus pérdidas abismales.

No obstante, al dar un paso atrás y reevaluar el planteamiento de la novela no puedes evitar pensar que King tomó una idea prometedora y no la exprimió al máximo. Si bien triunfa en la difícil tarea de atraparnos en la verosimilitud de la situación, la historia acaba siendo demasiado íntima, demasiado reducida a un puñado de personajes sin abrir el compás para revelarnos qué ha ocurrido con la civilización. Si bien la trama llega a una conclusión satisfactoria, más pesan las preguntas que abundan en la mente del autor: ¿Qué causó El Pulso? ¿Fue místico o tecnológico? ¿Presenciamos un atentado terrorista o un castigo divino? ¿Cómo colapsaron los gobiernos y las instituciones globales? Es en esta área en donde el narrador desperdicia la oportunidad de plantear una novela verdaderamente especial y diferente.

La analogía de la mente humana con una computadora se siente un tanto forzada como un elemento casi deux ex machina utilizado para recompensar la esperanza de Clay. En contraste, la metáfora que con esta obra Stephen King insinúa de la actual cultura del teléfono móvil puede ser el concepto más impactante de toda la novela.


Julio, 2007

Referencia Bibliográfica:
King, Stephen. Cell. New York: Pocket Star Books, 2006. 449 p.

domingo, 5 de agosto de 2007

Entre El Frío y el Terror

Un aspecto positivo de La Guerra Fría fue que proporcionó el lienzo sobre el cual se plasmaron historias muy interesantes en la Literatura, y en su momento uno de los autores que mejor uso supo hacer de él fue John Le Carré, reconocido como uno de los principales representantes del género de las novelas de espionaje. No obstante, quizás porque mi primera exposición a su trabajo fue la traducción hollywoodense de El Sastre de Panamá, no había estado interesado en leer sus obras hasta ahora.

En Absolute Friends el antiguo agente de MI6 aprovecha excelentemente la oportunidad de mirar con perspectiva aquellos años de La Guerra Fría desde el ángulo de la paranoia de nuestro mundo actual, y nos entrega un relato con una profundidad inesperada en la que está supuesta a ser sólo una novela de espías.

En sus páginas conocemos a Ted Mundy, un curioso personaje que paulatinamente irá inspirando melancolía en el lector al acompañarlo desde su niñez hasta el ocaso de su vida adulta en todos los diferentes senderos que emprende, involucrándose en todo desde activismo estudiantil hasta profesiones culturales, en un afán irresuelto por hallar un hogar simbólico al cual pertenecer.

Lo más cerca que llega a saciar ese vacío anímico es a través de su errática amistad con Sasha, un alemán con defectos físicos a quien conoce en los sesenta por una serie de circunstancias improbables que los lleva a vivir juntos en una comuna. Sasha es un admirado líder estudiantil radical, y Mundy se convierte en el único confesor de sus secretos para posteriormente transformarse en su amigo absoluto al salvarlo durante una protesta desastrosa.

Mundy vaga más por el mundo en los años subsiguientes, y no es sino hasta que Sasha vuelve a cruzarse en su camino que encuentra su verdadera vocación en la vida: El espionaje. En el corazón de La Guerra Fría estos dos amigos se convierten en agentes dobles, actuando como desertores cuando en realidad están filtrando información de la Stasi al gobierno inglés. Y así se cimienta una confianza que trascenderá políticas e ideologías, que verá deshacerse el matrimonio de Mundy, que llegará al desenlace de aquellos años tensos intacta pero súbitamente desorientada sin el Comunismo como enemigo.

Absolute Friends no es la historia de acción que uno puede esperarse del típico thriller de espionaje. De hecho, la violencia en sus páginas es escasa y rigurosamente realista. No obstante, igual este drama absorberá al lector con los profundos y conmovedores retratos de sus protagonistas y del mundo en que les ha correspondido vivir. La prosa de Le Carré, cargada del ácido y quirúrgico humor característico de los británicos, captura genialmente la paranoia del conflicto del Capitalismo y el Comunismo sin obviar las conductas y pasiones que a distancia ahora pueden parecer absurdas.

Pero donde la pluma de Le Carré se luce mejor es en el último episodio de la relación Mundy-Sasha, escenificado en el Siglo XXI, en plena guerra contra el terror, en donde la industria bélica, los medios de comunicación y los gobiernos de las potencias mundiales parecen ser departamentos de un gran consorcio multi-nacional. ¿Qué papel le corresponde jugar a dos fósiles de los ochenta como nuestros protagonistas?

Quizás—sólo quizás—abrirnos los ojos a lo que realmente ocurre detrás de los titulares que leemos en los diarios cada mañana.

Sitio del autor: http://www.johnlecarre.com/

Referencia Bibliográfica:
Le Carré, John. Absolute Friends. New York: Little, Brown & Company, 2005, 466 p.

Rucka & Kodiak

Atticus Kodiak jamás tuvo una cliente como Whitney Houston ...

Los géneros cíclicamente se reinventan para sobrevivir. El fin de la guerra fría amenazó a la ficción de espías hasta que el terrorismo se ofreció a reemplazar a los rusos como villanos por excelencia. Las doncellas que antes esperaban al príncipe en la torre ahora lideran las batallas bajo trajes ejecutivos y roban corazones a su antojo. Los duendes, magos, trolls y demás seres fantásticos le deben su renovada popularidad a un niño inglés de los noventa.

El thriller pone la zancadilla de formulismos para producir una novela acartonada si se olvida que los personajes deben ser auténticos para convencernos. Greg Rucka está muy consciente de esto, y con la serie de libros de Atticus Kodiak concibe no sólo al héroe del nuevo siglo, sino a todo un elenco de fascinantes personajes con dilemas actuales que se conjugan en una propuesta refrescante para revitalizar las novelas de suspenso.

Rucka aplica la tradicional narrativa en primera persona a un nuevo tipo de profesional: El guardaespaldas. Atticus no es un detective desencantado con una botella de whiskey dentro de su gabardina; es un ex – militar dedicado a la protección personal, un hombre de los noventa con una saludable dosis de cinismo y sarcasmo, una mente abierta y buenas intenciones, que incluyen sacrificar su vida por el bienestar de su “principal”, aún cuando estos no merezcan semejante privilegio.

EL PRECIO DE UN IDEAL

1996 vio la aparición tanto de Rucka como de Kodiak. En su primera novela, Keeper, nos presenta no sólo a Atticus sino a los personajes que lo rodean, incluyendo a su mejor amigo y colega, Rubin Febres, la novia de Rubin, Natalie Trent, hija del dueño de Sentinel Guards, una de las principales firmas de seguridad en Manhattan, Dale Matsui y Bridgett Logan, la efervescente investigadora privada que llegará a jugar un papel importante en la vida de Kodiak.

Atticus tiene bajo su cuidado a la Dra. Felice Romero, directora de una clínica de abortos, y su hija Katie, víctima del Síndrome de Down. Mientras que la misteriosa amenaza contra la vida de la Dra. Romero se aproxima a ella con paso certero, Rucka maniobra entre las distintas posiciones en tan controversial tema, dejando la puerta abierta para hondas reflexiones de parte del lector, pero absteniéndose en todo momento de imponer una lección sobre el asunto. Para una novela primeriza, Rucka esquiva cliches asombrosamente, aún cuando nos demuestra que un guardaespaldas jamás puede proteger a alguien completamente, así como cuando le asesta a Atticus el primero de varios golpes devastadores.

TRAICIONES PÓSTUMAS

Un año más tarde nos encontramos a Atticus trabajando de portero en un club de sadomasoquismo. La muerte de Rubin lo ha alejado del trabajo de guardaespaldas, y aunque su relación sentimental con Bridgett ha ido prosperando, también está absolutamente alienado de Natalie, con quien no ha tenido contacto desde la desaparición de su amigo. Pero un incidente en el club lo reúne con la adolescente Erika Wyatt y en seguida es acorralado por el pasado.

En Finder Rucka ofrece una prosa más segura de sí misma, que nos absorbe a una pelea de custodia extrema entre un enfermo Coronel para quien nuestro héroe solía trabajar en el ejército y su esposa, con quien Kodiak tuvo una aventura años atrás. Esta vez Atticus y sus colegas deben proteger a Erika de dos equipos de la SAS británica, temibles adversarios con quienes se enfrentan en un relato lleno de acción y emocionantes giros en el cual, no obstante, toman preeminencia las relaciones interpersonales, en particular una revelación que no sólo fuerza a nuestro héroe a cuestionar su amistad con Rubin sino que lo impulsa a una decisión en conjunto con Natalie que luego lamentarán.

A medida que la trama traza un círculo completo, Atticus se ve forzado a elegir entre su deber profesional y el anhelo de su corazón, y las ilusiones en su vida se desmoronan. Es difícil suponer que una novela como ésta pueda ser superada.

REDENCIÓN

Para cuando empieza mi libro favorito de la serie, Smoker, en la narración de Atticus ya se asoma una melancolía y una oscura tendencia depresiva ante las ironías y pérdidas de su vida. Su mundo ha crecido: Ahora es el guardián legal de Erika, quien asume el rol de una hermana menor. El papel de Scott Fowler, agente del FBI con pinta de surfer, lo ha convertido en uno de los favoritos del lector. Nuevos colegas como Corry Herrera y Raymond Mosier aparecen en escena, al igual que la persistente periodista Chris Havel y Miranda Glasier, abogada de Atticus. Pero la adición más letal es Drama, quien cuenta con un puesto destacado entre los diez mejores asesinos a sueldo en el mundo.

Los incidentes de los libros anteriores han dejado a Atticus en la lista negra de los guardaespaldas, incapaz de conseguir trabajo. Pero una serie de acontecimientos lo convierten en el hombre indicado en el momento correcto para ubicarse en la mira de Drama al proteger a un testigo esencial para un juicio contra una gran tabacalera. Es el mayor desafío en la vida de Kodiak, y la mejor oportunidad para Rucka de exhibir maravillosamente su dominio del mundo de los guardaespaldas, demostrándonos los mecanismos de una de las profesiones más peligrosas existentes. En estas páginas también aplaudimos al ver cómo Atticus le arrebata a las probabilidades adversas un triunfo inigualable.

Pero una vez en la cima, la caída será inevitablemente más dura.

EL ABISMO DE LA LEALTAD

A estas alturas el mundo imaginario de Kodiak es tan rico que su perspectiva no es la única de interés, y en Shooting at Midnight Bridgett Logan se calza las botas de narradora. Rucka hace un esfuerzo admirable por introducirnos en los laberintos femeninos de la mente de este fascinante personaje, con un crudo pasado de drogadicción que la acecha día a día.

En alguna ocasión Greg afirmó que sus lectores se equivocan al opinar que su talento narrativo es el misterio, pues en realidad su pluma fluye con el suspenso. En esta novela se nota, pues a pesar de ser protagonizada por una detective, los elementos relacionados a la investigación quedan relegados a un plano secundario ante la crisis personal de Bridgett al enfrentar nuevamente el mundo de las drogas para recuperar la libertad de una amiga acusada de asesinar a un traficante.

La historia es una propuesta intensa y penetrante sobre los pilares de la amistad y las consecuencias de la lealtad. Pero es tan bien una muestra desnuda del atractivo irresistible de las novelas de Rucka: Sus personajes son inexcusablemente auténticos, tan defectuosos como cualquiera de nosotros, y cometen crasos e irremediables errores tanto cuando actúan egoístamente como cuando los motivan causas nobles.

EL DESTRUCTOR

KTMH, la empresa fundada por Atticus, Natalie, Dale y Corry es la nueva estrella en el negocio de la protección personal, y Kodiak rápidamente se está convirtiendo en una celebridad. Pero el destino reparte nuevas cartas, y Drama regresa para demoler todo lo que nuestro protagonista ha construido.

Su fracaso en Smoker ha dejado a la asesina rusa en una situación precaria, y secuestra a Atticus en Critical Space para hacerle una oferta inesperada: Si él acepta trabajar como su guardaespaldas, ella le enseñará todo lo que sabe. Es la decisión más cuestionable que ha tomado cualquiera de los personajes de Rucka, pero Atticus no es el mismo hombre que conocimos cuatro años atrás. Al acceder a proteger a Drama del asesino Oxford, emprende el descenso por un sendero que no sólo lo introducirá a un peligroso mundo de intrigas internacionales sino que lo alienará de Bridgett, de sus colegas y de su empresa.

Critical Space es una novela que nos roba el aliento y la esperanza. En sus páginas comprendemos que todo lo que puede ir mal saldrá aún peor, y sobre la sangre de sus seres queridos Atticus experimentará una metamorfosis que lo transformará en lo opuesto de lo que una vez fue.

HERMANOS EN TINTA

La evolución de Atticus es un reflejo del desarrollo de las habilidades narrativas de su creador. De un primer libro en el cual la pluma en ocasiones flaqueaba, con pasos agigantados la prosa de Greg Rucka se ha convertido en una flecha certera al blanco emocional del lector, quien queda enganchado a su estilo preciso e impactante, su ritmo galopante y su temática impredecible y provocativa que invita al lector a plantearse interesantes cuestionamientos. Su voz narrativa ha tomado un tono cínico y oscuro que no es más que un reflejo de los tiempos en los que sus personajes viven, absteniéndose en todo momento de acotar juicios prematuros o críticas insípidas. Aunque publicaciones más recientes se han enfocado en nuevos personajes, Rucka ha prometido otro libro de Kodiak en un futuro cercano. Y si bien resulta difícil predecir el futuro de Atticus entre la densa niebla en la cual culminó su último arco, al menos podemos contar con que recibiremos otro de los planteamientos fascinantes por los que se caracteriza su creador, quien ya se ha consagrado como una de las promesas de la literatura del nuevo milenio.
Sitio del autor: http://www.gregrucka.com/

Referencias Bibliográficas:
Rucka, Greg. Keeper. EEUU: Bantam Books, 1997. 332 p.
Rucka, Greg. Finder. EEUU: Bantam Books, 1998. 320 p.
Rucka, Greg. Smoker. EEUU: Bantam Books, 1999. 402 p.
Rucka, Greg. Shooting at Midnight. EEUU: Bantam Books, 2000. 381 p.
Rucka, Greg. Critical Space. EEUU: Bantam Books, 2003. 490 p.

lunes, 14 de mayo de 2007

El Último Alba del Generalísimo


Reconstruir una temporada histórica, en especial una tan compleja como el final de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, no es tarea fácil, y menos si se pretende relatarla con la simetría propia de una novela. Tal proyecto no sólo amerita sino que exige una pluma tan experta como la de Mario Vargas Llosa, quien excede expectativas en La Fiesta del Chivo.

Por medio de tres ángulos, Vargas Llosa logra darnos una imagen cabal del régimen. Uno de ellos, obviamente, corresponde al Benefactor de la Patria, a quien acompañamos en el último día de su vida, desde el momento en que se despierta y hace sus ejercicios matutinos hasta que parte hacia su destino final. El autor procura plantearnos la rutina diaria del Generalísimo, y al hacerlo nos introduce a todos los personajes que lo rodeaban durante su gobierno, desde el despiadado Johnny Abbes García hasta el maquiavélico Doctor Joaquín Balaguer. Esta línea narrativa se acerca a ser una apología del Jefe, en la cual vemos a Trujillo a través de sus propios ojos, justificándonos cada uno de los pasos que ha tomado para dirigir su nación. Pero estamos ante un tirano viejo, orgulloso, acorralado por la política internacional, por la paranoia de la traición, y por la guerra que en secreto le hace su propio cuerpo. Vargas Llosa no desperdicia esto y nos coloca junto a un individuo de carne y hueso, con virtudes y defectos, nos muestra lo más positivo y lo más repugnante del General Trujillo, hasta alcanzar un perfil muy elaborado del “Chivo”, como sus compatriotas lo apodaron.

Otro ángulo nos hace cómplices de los hombres que se han conjurado para asesinar al tirano. Vargas Llosa nos sube al automóvil en el cual esperan la oportunidad de ejecutarlo, y al hacerlo incrementa la tensión de su relato a medida que especula acerca de las motivaciones, la desesperación, y el suspenso nervioso en el que aquellos hombres debieron vivir en las horas previas a su histórica hazaña. Aquello bastaría pero el autor no se conforma; tras el tiroteo fatídico en el que cae El Jefe, el novelista nos incita a huir junto a cada uno de estos desesperanzados conspiradores a medida que un plan sencillo para restablecer la democracia se desmorona por la cobardía de un hombre, y transforma a los demás en víctimas de la venganza inmisericorde del régimen Trujillo que, aunque decapitado, aún ataca a sus enemigos como los reptiles que luego de ser cercenados se revuelcan aferrándose a la vida. Este relato culmina de la forma más inesperada—lo cual es apropiado, pues así se comporta la Historia—develando las habilidades de un hombre que bajo el puño de Trujillo era tildado de pelele y a la caída del Generalísimo se reveló como un estadista magnífico.

La tercera trama se desarrolla ya en el terreno de la ficción, cuando Urania Cabral, dominicana expatriada en Nueva York, retorna a República Dominicana a visitar a su padre enfermo, el antiguo Senador Agustín “Cerebrito” Cabral, allegado a Trujillo en aquel período y que misteriosamente cayó en desgracia con El Jefe, lo que provocó la salida de Urania de su patria. Ella ha crecido sola en Estados Unidos, rechazando con absoluta vehemencia a su familia y sus raíces, pero con una obsesión irrefrenable por aprender de la dictadura que existió en su niñez. Y es que Urania guarda un secreto que la vincula a Trujillo, y que actuará como el lazo emotivo que nos hace vivir en carne propia las atrocidades de un régimen tan brutal como aquel, revelándonos cuán graves eran las ofrendas que había que hacerle al Chivo para sobrevivir.

Muchas más páginas podría llenar de alusiones a todos los aspectos de La Fiesta del Chivo, y aún así no llegaría a hacerle justicia a la experiencia de leer este inigualable libro. Mario Vargas Llosa está consciente de la tragedia histórica que se propone inmortalizar, y por ende no escatima esfuerzos, ni endulza la prosa, ni aminora ninguno de los golpes que nos propina a lo largo de su historia. La crudeza y la acidez son un requisito sine qua non del éxito de la obra; pero quizás también son los medios con los cuales el escritor peruano procura imprimir esos eventos en nuestra memoria, para que jamás olvidemos todo lo que un tirano megalómano es capaz de hacer si le permitimos ascender al poder.

Sitio del autor: http://www.mvargasllosa.com/

Referencia Bibliográfica:
Vargas Llosa, Mario. La Fiesta del Chivo. Madrid: Grupo Santillana de Ediciones, 2001. 569 p.

Las Sensaciones del Nuevo Siglo

Alquilar una cinta de VHS no es suficiente en el nuevo siglo. Ahora necesitamos DVD’s, que no sólo nos ofrecen la película, sino documentales sobre cómo se filmó, entrevistas con directores, guionistas, actores, escenas eliminadas, videos musicales, comentarios de los productores a lo largo del film y hasta contenido CD-ROM interactivo para entretenerse en la computadora.

Ariel Barría Alvarado es un escritor para el nuevo siglo. Sus obras no se digieren en una sola sentada, aunque de por sí esa primera lectura complace más que el libro promedio. Desde su galardonada novela La Loma de Cristal Ariel nos viene planteando propuestas multi-facéticas que le ofrecen una profunda experiencia al lector sagaz.

En Nombre del Siglo, su más reciente producción, es una colección de veintitrés cuentos de múltiples niveles. Y como valor agregado el título de cada relato es un tributo a los poetas panameños del siglo XX, valiéndose de diversos versos para encabezar una serie de situaciones con las cuales Ariel, haciendo gala de la aguda habilidad de un observador meticuloso, retrata las paradojas y contradicciones de la vida en este nuevo milenio.

Tal vez, si algún día encontrásemos el tiempo para salir a pasear sin las prisas habituales, y lo invirtiéramos en contemplar el mundo en el que nos desenvolvemos, experimentaríamos algunas de las sensaciones que estos cuentos transmiten ...

Resignación

Los conflictos bélicos ya no son pasajeros. Las causas cambian y los escenarios son remodelados, pero el drama es el mismo. En El Redoble y el Sable damos un vistazo al amor fugaz de dos jóvenes conscientes de que el mundo caótico jamás les brindará una mejor ocasión para cultivarlo.

Ilusión

Once líneas son suficientes para subrayar la mayor debilidad del ser humano: La necesidad de ilusionarnos, aunque sean nuestras propias manos las que aten la venda sobre nuestros ojos, como lo hace la boliviana Margarita en Nostalgia de azul, de cumbre y de alas, con tal de creer que el cliché milenario esta vez tendrá un final feliz. Y, curiosamente, el título de este cuento nos conduce a un poema sobre la siguiente ilusión, la maternidad, proyectando una imagen completa de los sueños de la protagonista.

Obsolescencia

El oficio de escribir también evoluciona, pero como los viejos funcionarios que aún son alérgicos a las computadoras, en Duele la Palabra nos tropezamos con un autor dejado atrás por su propio género, presa de las arduas críticas de sus propios personajes, quienes ya intuyen su caducidad.

Cobardía

Un ideal no está hecho de kevlar, y con un monólogo se retrata a uno más de cientos de Pilatos modernos que se desentienden de viejos amigos con tal de Salvar su Piel.

Desencanto Pragmático

El caudillismo fue la gran epidemia de América Latina. ¿Y qué ha sido de quienes fueron oportunamente vacunados? Pues engavetaron sus causas nobles y se acomodaron en los roles oxidados que la sociedad ofrece. Excepto, claro está, de aquellos ingenuos que subrayaron sus creencias con sangre, como la chica de Aquella Huella en la Arena.

Virtualidad

La tecnología lleva la batuta del Siglo XXI, y nosotros somos los adictos, fascinados con la posibilidad de reinventarnos a la velocidad de un modem, como el protagonista de Pero No Estaba Yo, o de redactar impresionantes informes sobre niños desamparados como los de Despegue endeudado de las pulgas, mientras que nuestros hijos ensayan fantasías macabras en línea como las de El tiempo lo ha hecho, declaro, aguardando su turno para protagonizar la siguiente masacre del recreo.

Nótese la dicotomía del segundo cuento, cuyo contenido retrata el absurdo de la idiosincrasia del panameño, mas su título nos refiere a Debemos Ser Tercos de Diana Morán, que exalta las buenas cualidades de nuestro pueblo.

Aislamiento

La tecnología tiene un ojo ciego para quienes se aferran al pasado, y como quien está detrás de la membrana cósmica que separa dimensiones, aquella familia lejana que en El tiempo nos conjuga y nos declina evalúa los designios de la suerte al ganarse una lavadora es invisible para los técnicos que rastrean el meteorito que cruza la atmósfera decidido a segar sus vidas.

Rebeldía

Las reglas absurdas y retrógradas por las cuales se caracterizan muchas culturas tribales son como un cáncer inmune a la quimioterapia, y por mucho que el mundo progrese éstas retienen su firmeza como si la decadencia de las nuevas civilizaciones las reivindicara. Pero en Anclados a nuestras caricias, como pulpos Ariel sugiere la esperanza en aquel rasgo humano que siempre es oportuno: Rebeldía ante las autoridades absolutas.

Auto-Ausencia

¿Qué define a una persona hoy en día? ¿Elegimos nuestros trabajos en función de nuestras personalidades? ¿O será que nuestra identidad es construida por el empleo que hallamos disponible? Ariel nos plantea una sorprendente hipótesis en Ángeles que gimen en la lluvia.


Éstas son sólo nueve muestras de las veintitrés verdades que encontraremos en estas páginas maquilladas de ficción. Ariel luce una honda vena sarcástica con un balance ideal, pues el humor nunca llega a desvalorizar su planteamiento, pero la seriedad tampoco se deja rozar de la amargura.

La portada de En Nombre del Siglo es una joya de imagen, simbolizando la transición que el creador de Roque Robledo no logró hacer, a diferencia de Ariel Barría Alvarado quien no sólo cruzó el puente sino que supo reconocerlo y ahora disfruta de lo mejor de dos mundos, dos épocas, dos realidades.

Y el libro del nuevo siglo es tan interactivo como esos DVD’s inagotables. Puedes contactar al autor en búsqueda de la Guía Docente que gentilmente ofrece, opción que recomiendo estrictamente después de haber hecho una digestión pausada de los cuentos, para poder entonces contrastar apreciaciones con el trasfondo educativo de cada uno. La intertextualidad seduce con breves palabras, pues el ingenioso recurso de los títulos poéticos despierta suficiente curiosidad incluso en lectores que, como el suscrito, se inclinan más hacia la narrativa en prosa que al verso, y los impulsa a rastrear cada una de esas muestras del haber literario panameño, que aportan nuevos ángulos a los relatos. Así, por ejemplo, el cuento Amargo Laurel de Gajo Nuevo plantea justo lo suficiente para comprender la situación pero, si acudimos a los versos de Stella Sierra, ¿será que nos asomamos al alma de la protagonista?

“La vida nos propone finales abiertos,” señaló el autor en la presentación de la obra, haciendo referencia a las conclusiones de muchos de sus cuentos. Quizás en el siglo pasado podíamos refugiarnos en narraciones que ataban todos los cabos sueltos con un lindo lazo navideño al final. Pero en esta nueva era, reflejos como En Nombre del Siglo son justo lo que necesitamos para renovar nuestras energías en nuestras luchas cotidianas.

Referencia Bibliográfica:
Barría Alvarado, Ariel. En Nombre del Siglo. Panamá: Editora Géminis, 2004. 88 p.

Hataki Komi

No es tarea fácil reseñar una obra que ya el New York Times describió con acierto como “parcialmente novela histórica, parcialmente cuento de hadas”. Esa es la expresión ideal para resumir la ficticia biografía de la memorable Sayuri en Memorias de una Geisha.

Por años he escuchado numerosos elogios sobre la novela de Arthur Golden, y a pesar de tenerla en la lista de libros que eventualmente planeaba leer, fue la aparición de la versión cinematográfica la que me impulsó a sus páginas, para prevenir que Hollywood estropeara la experiencia.

Aclaro, la cinta de Rob Marshall no es una mala película. Pero insto a cualquiera que planea verla a dedicarle tiempo primero a la prosa de Golden, un estadounidense egresado de Harvard cuya especialidad en arte e historia japonesa lo motivó a conducir una extensa y detallada investigación que le permitió recrear maravillosamente el mundo de las geishas desde comienzos del siglo pasado, con una prosa elegante y precisa que resulta aún más sorprendente si consideramos que ésta es su primera novela, a la cual dedicó diez años de su vida.

Memorias nos narra la historia que Sayuri supuestamente le dictó a un profesor americano de historia japonesa sobre el arduo camino que recorrió su vida hasta convertirse en una de las geishas más famosas de la primera mitad del Siglo XX. A menudo se hace referencia a sus excepcionales ojos grises que denotaban abundante agua en su personalidad, lo cual es sumamente apropiado si consideramos que su vida transcurre como un río que simplemente debe correr por el sendero que la vida le ha impuesto.

Hija de una pobre familia de pescadores que se ve forzada a vender a sus dos hijas a muy temprana edad, Chiyo acaba siendo la más afortunada al quedar prisionera de una vida de sirviente en una okiya o casa de geishas. Ahí es en donde conoce a personas que jugarán un rol crucial en el resto de sus vidas: Pumpkin, otra futura aprendiz a geisha, la “Madre” y la “Tía” que dirigen la okiya, y Hatsumomo, la fabulosa y venenosa geisha que ve en Chiyo una amenaza a su porvenir. Pero no es sino hasta que pierde la oportunidad de escapar junto a Satsu, su hermana mayor, quien huye despavorida de una vida de prostitución, y arruina sus posibilidades de educarse, que la desconsolada Chiyo saborea la esperanza gracias a la aparición de dos desconocidos: Un misterioso empresario que la consuela una tarde, y la majestuosa geisha Mameha, quien la elige como su aprendiz, y la encamina hacia su destino como la legendaria geisha Sayuri.

Esa es la premisa narrativa que nos plantea Golden, y a ella se atiene fielmente la película de Marshall. La diferencia está en lo que los recursos narrativos cinematográficos no podían transmitir, y lo que las limitaciones de formato del cine dejaron en la sala de edición. La trama de Memorias de una Geisha es casi una excusa, una ventana a través de la cual el autor en lugar de revelarnos aquel estilo de vida como un formal libro de historia, nos obliga a vivirlo a través de todo lo que Chiyo experimenta y siente, en su metamorfosis a Sayuri. Asimismo, la perspectiva de la narradora nos enriquece con docenas de detalles sobre la vida cotidiana en aquella época, y sobre una cultura lejana justo antes de su colisión con el occidente.

Mucho de lo anterior necesariamente se pierde en la película; habría sido aburrida de lo contrario. Y quien ha leído el libro siente que el largometraje es una narración acelerada, no del todo natural, a pesar de que contiene todos los acontecimientos relevantes en la vida de Sayuri, al menos en su esencia. Por otro lado, es un exquisito complemento al libro, con sus escenarios impactantes, sus kimonos majestuosos, su delicada banda sonora, y por darle rostros a Mameha, Hatsumomo y Sayuri.

Algunas críticas a la historia son relativamente merecidas. Hay personajes que en ambas versiones son planos, como el Barón, e inclusive el Director, que no trasciende a ser más que un ideal. Por otro lado hay los que requieren serlo, como Hatsumomo. Recordemos que escuchamos la versión unilateral de la historia y, ¿no es cierto que en nuestras propias vidas no alcanzamos a veces a distinguir las motivaciones y complejidades de quienes nos atormentan aparentemente por el solo placer de vernos sufrir? Por otro lado, hay personajes que se quedan cortos en la película, en particular todos aquellos de género masculino, que son reducidos a símbolos tenues. En particular no se les hizo justicia a Pumpkin y al pobre Nobu, un rico personaje con el cual ni llegamos a simpatizar en la pantalla grande. Además, la guerra psicológica entre Hatsumomo y Mameha es mucho más elaborada en el texto, y su desenlace es mucho más trágico y melancólico que la escena improvisada para el film. Adicionalmente, las vicisitudes de Sayuri pierden algo de validez al despojarla de la presencia del General Tottori como su danna, y de las duras pruebas que vivió durante la Segunda Guerra Mundial fabricando seda para los paracaídas.

Por otro lado, hay que reconocer que donde Arthur Golden contaba con quinientas densas páginas, Rob Marshall disponía de noventa escasos minutos.

Otras críticas subrayan el hecho de que, pese a toda la refinación de las cuales las geishas hacían lujo, al final seguían estando sujetas a una vida de sometimiento sexual, ya sea real o fantaseado. Lo cual es cierto, pero el autor nunca intenta hacer una apología de aquel oficio, sino simplemente retratarlo en toda su complejidad. Nos hace vivir las clases de baile y canto, nos hace padecer el sufrimiento implícito de esculpir el peinado de geisha, nos inyecta con la misma incertidumbre que invade a Sayuri ante la ceremonia del mizuage. Algunos eventos son jocosos, otros reivindicatorios, y algunos simplemente tristes. Pero todos eran parte de la vida en Gion.

Es por eso que la historia de Nitta Sayuri es salpicada con una pizca de irrealismo, al grado que el Times la califica como cuento de hadas. Es verdad que pocas geishas habrán gozado de todas las recompensas que la vida le dio a Sayuri. Es indiscutible que la existencia humana carece de la simetría y la poesía de la cual Arthur Golden la empapa. Pero al aplicar ese condimento mágico el escritor lograr sumergir al lector en su obra de tal forma que al leer la última reflexión de Sayuri se hace inevitable la melancolía de desprenderse de una vieja amiga. En otras palabras, amigos, Golden nos aplicó el hataki komi.

Si no me creen, pregúntenle a Nobu.

Referencia Bibliográfica:
Golden, Arthur. Memoirs of a Geisha. New York: Random House, 2005. 503 p.