Si la novela Dexter in the Dark es un termómetro de la serie literaria, Jeff Lindsay debería considerar seriamente encomendarle su singular creación Dexter Morgan a los guionistas de la serie de TV que produce Showtime y abstenerse de continuar publicando su propia versión del personaje en el futuro. Mientras que el programa ha logrado evolucionar temporada tras temporada a partir de lo que inicialmente era una premisa limitada, Lindsay ha tomado el sendero inverso y, tras una novela inicial muy bien lograda, la calidad de las publicaciones subsecuentes ha decaído progresivamente.
El tercer libro en la serie aborda de lleno el tema del “Pasajero Oscuro” cuando Dexter acude a la escena de un crimen que con un vistazo trastorna su mundo interior: Un terror súbito e inexplicable desplaza a sus instintos psicóticos y lo deja envuelto de una sensación de vulnerabilidad que lo acompaña mientras su hermana Deborah lo obliga a asistirle durante sus investigaciones, que no revelan más que víctimas improbables y sospechosos imposibles. Mientras tanto, Dexter tiene que lidiar con los preparativos de su inminente boda con Rita y desarrollar su relación con sus futuros hijastros—quienes ahora exhiben incipientes tendencias homicidas producto de los maltratos que les infligió su padre biológico.