sábado, 23 de abril de 2011

La Protagonista Clandestina

A veces un autor se propone contar una buena historia y las palabras simplemente son las herramientas para lograrlo. En otras ocasiones, además de dar forma a la narración cada oración se revela como una proeza estética digna de admiración independiente. En esta última categoría caen las obras de Arturo Pérez-Reverte, quien diseña sus párrafos con la destreza de un experto artesano gramatical.

Su más reciente novela, El Asedio, se remonta al año 1811, durante el cual un asesino despiadado recorre las calles de Cádiz depositando los cadáveres de jóvenes mujeres que ha desollado a punta de latigazos en un macabro homenaje a los sitios en los que han caído las bombas que el ejército francés dispara incesantemente hacia la ciudad rebelde.

Tras la pista de este malhechor enigmático se encuentra Rogelio Tizón, un comisario cuyo carácter corrupto y violento contrastan con su indignación sincera ante los homicidios y su determinación por descubrir y detener al culpable, asesorado por su amigo y rival de ajedrez, el Profesor Hipólito Barrull, quien observa consternado cómo la obsesión del comisario crece y lo absorbe, agravándose cuando el asesino—exhibiendo aparentes dotes premonitorios—empieza a repartir sus víctimas anticipándose a la caída de las bombas.

Pero Tizón no es el único personaje que habita las setecientas páginas de El Asedio. En ellas también conocemos a la atractiva y astuta Lolita Palma, la heredera de una importante casa comercial gaditana que descartó el estilo de vida tradicional para dedicarse a administrar el negocio de su difunto padre. La comunidad admira su inteligencia tanto como lamenta su soltería, y encuentra compañía grata sólo en su primo Toño y su amiga Curra Vilches, dos almas que devoran la rebanada alegre de la vida mientras Lolita se encarga del plato fuerte de los problemas. Su otro confidente es Don Emilio Sánchez Guinea, un antiguo socio de su padre quien la convence de asociarse con él y financiar un barco corsario que contribuirá a sus frágiles economías.

A cargo de La Culebra, el navío de la Casa Palma, está Pepe Lobo, un marino resignado y valiente sin otro puerto en la vida que el sueño de alejarse permanentemente de los desaires ingratos que el mar les hace a sus amantes. La relación profesional que lo vincula a Lolita despertará entre ellos un deseo que no tiene cabida en la sociedad gaditana y nublará el juicio de Lobo, quien tomará decisiones fatídicas como batirse a duelo con el Capitán Virués sobre una cuestión de honor de su pasado en común en Gibraltar que hasta entonces traía al corsario sin cuidado, o como robarse un beso en una noche de carnaval por el cual pagará un precio demasiado alto.

El elenco lo completan Gregorio Fumagal, un taxidermista espía, Felipe Mojarra, un guerrillero de las salinas abrumado por infortunios, y su hija Maripaz, sirvienta en la casa de los Palma. A ellos se suma el capitán francés Simón Desfosseux, cuya indiferencia por la guerra que su patria libra contra España es superada sólo por su obsesión intelectual por resolver el dilema geométrico que le impide concebir la fórmula para que sus obuses devasten Cadiz.

Estos personajes rara vez interactúan, cada uno se limita a su estrato social viviendo episodios paralelos de una historia distendida y a menudo excesivamente lenta. Aún con sus coloridos y dinámicos diálogos frecuentemente se me hizo tediosa la novela debido al ritmo letárgico con el que se desarrollan los acontecimientos. A mi gusto El Asedio dedica demasiado tiempo a personajes cuya intervención debió ser más reducida, se explaya en cotidianidades triviales, y tarda tanto en desatar nudos narrativos que se arriesga a perder el interés del lector en sus desenlaces.

Pérez-Reverte parece haberse propuesto esquivar las convenciones de los géneros que se intersecan en su novela y probar suerte con otras avenidas que le permitan innovar y sorprender. En ocasiones lo logra, pero al concluir la lectura principalmente sentí un luto intelectual por todos los sucesos que pudieron engendrarse en el potencial de su premisa y que habrían sido deliciosos escritos por la pluma de un autor de su calibre, los cuales esperé presenciar incluso en las últimas diez páginas y que jamás ocurrieron. Quizás mis expectativas sesgaron mi experiencia leyendo El Asedio. Las desgracias en sus capítulos se ajustan demasiado a la vida real, y a lo mejor mi resentimiento con la historia es que en lugar de alejarme me acercó más a la realidad, susurrándome que la sociedad y la humanidad no han cambiado mucho en el último par de siglos.

En esta obra los percances que viven sus abundantes personajes son meramente instrumentos que Pérez-Reverte utiliza para recrear la vida en Cádiz durante esa época particular. La ciudad, sus peculiaridades y su magnífica resiliencia es la verdadera protagonista de El Asedio.


Abril, 2011

Referencia Bibliográfica:
Pérez-Reverte, Arturo. El Asedio. México: Alfaguara. 2010. 727 p.

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