domingo, 24 de abril de 2011

Lágrimas, Pecados y Balas

Después de cuatro libros, empezar la lectura de una nueva aventura de John Rain es como reencontrarse con un viejo amigo a cuyas excentricidades no sólo estamos acostumbrados sino que aceptamos con una pizca de nostalgia. Tanta familiaridad con el personaje puede permitirnos pasar por alto su oficio como asesino profesional, especialmente con el sendero a la redención que Barry Eisler trazó frente a su protagonista en su novela previa, Killing Rain. Sin embargo, la quinta entrega de la saga interpone en ese camino los peores pecados de su pasado forzándolo a tomar decisiones que atarán cabos sueltos emocionales que ha arrastrado desde las páginas de su debut en Rain Fall

En la quinta novela, titulada The Last Assassin, el ostracismo paranoico de Rain ha sido desplazado por la amistad efervescente de su compañero Dox y el romance intermitente con Delilah, quienes comparten su mundo de intriga y peligro. No obstante, ha llegado el momento de que John confronte a Midori—la civil que cambió su vida—quien quedó embarazada durante su último encuentro en Hard Rain y desde entonces ha estado criando a Koichiro, el hijo de John, en Nueva York—ciudad a la que fue exiliada para protegerla de los enemigos de su antiguo amante.

Acercarse a Midori conlleva una serie de complicaciones más allá de la reacción que ella pueda tener al volver a ver al asesino de su padre. Yamaoto—el gran jefe de la Yakuza cuya enemistad forzó a John a abandonar Tokio—mantiene a la pianista de jazz bajo estricta vigilancia pues es la mejor oportunidad para detectar y eliminar al sicario que tanto teme. Y es con esta premisa que The Last Assassin se distancia de la fórmula de las novelas anteriores. En esta ocasión Rain no es contratado para eliminar a un objetivo más peligroso que él ni busca venganza por la trasgresión de algún adversario. Es simplemente un hombre desesperado por estar con su hijo que, a la par de una tragedia griega, ve ese sueño imposibilitado por todas las desgracias de su legado profesional.

La breve reunión con Midori desata una reacción en cadena internacional que obliga John a regresar a Japón, en una carrera frenética por impedir que la noticia de su reaparición llegue a Yamaoto, y para prevenirlo tendrá que provocar una guerra entre la Yakuza japonesa y las Tríadas chinas precipitando un incidente que le permita asesinar a Yamaoto sin levantar sospechas de su intervención. Dox y Delilah se unen al complot, demostrándonos el cariño que le tienen a John no sólo por su consternación ante los desaciertos que la urgencia le hace cometer sino también por la lealtad férrea que exhibe Dox y los celos implacables que dominan a Delilah. Su aliado más valioso, sin embargo, resultará ser Tatsu, el amigo de Rain dentro del Keisatsucho, que se aferra a sus últimos días de vida con tal de contribuir a la caída de Yamaoto.

Ya sea en un combate bajo la lluvia con un dúo de sumos o durante el asalto quirúrgico a un night club de muy alto perfil, esta novela nos deleita con la prosa tensa, precisa e inteligente de Eisler, quien estructura su trama lógica y realistamente, permitiéndoles sólo unos gramos de buena suerte a sus personajes. Ninguna de sus escenas de acción es un espectáculo gratuitamente exagerado, inclusiva una en la que Delilah acaba topless intercambiando tiros con sus enemigos que encajaría idealmente en una película de Michael Bay.

The Last Assassin expone una nueva capa de humanidad en John Rain y la gran interrogante de la obra no es si el protagonista logrará eliminar a Yamaoto sino si Midori será capaz de perdonarlo y permitirle un espacio en la vida de Koichiro. A pesar de todas sus precauciones el destino le pasará la factura a John por la vida que ha llevado, y al concluir la novela no recordaremos la ejecución de Big Liu ni la decapitación de Kito y Sanada, sino la imagen de un asesino frío y consagrado llorando descontroladamente al sostener a su hijo en sus brazos por primera vez.



Abril 2011

Referencia Bibliográfica:
Eisler, Barry. The Last Assassin. EEUU: Onyx. 2006. 373 p.

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