sábado, 4 de junio de 2011

Matanza Multimedia

            Escoger a un psicópata como el protagonista y “héroe” de tus novelas es de por sí arriesgado, pero cuando decides que él nos narrará toda la obra en primer persona te corres el riesgo de alienar completamente a tus lectores.  Después de todo, el requisito sine qua non de esta clase de personajes es que establezcan un vínculo emocional con el lector, y emotividad es precisamente lo que un psicópata carece.

            Jeff Lindsay, sin embargo, ha logrado esta hazaña con su personaje Dexter Morgan, quien tras un par de novelas exitosas ha sido inmortalizado en una serie de TV de Showtime.  Los libros, sin embargo, no son una imagen especular del programa.  Además desarrollar su propio hilo narrativo el autor tiene un desafío adicional: Mientras que en TV los guionistas utilizan la voz en off sólo cuando es conveniente, Lindsay tiene que construir su relato oración por oración desde la perspectiva de Dexter.
           
            El resultado es una narración teñida de un denso humor negro que a menudo entretiene, en ocasiones es brutalmente sincero, a veces trasgrede contra el buen gusto y en otras simplemente está fuera de lugar.  ¿Así funciona el pensamiento de un genuino asesino en serie?  Lindsay no nos convence del todo, pero sí logra construir una caracterización atípica de un protagonista incapaz de sentir empatía hacia las vicisitudes de los demás, que además es ajena a cualquiera de las motivaciones tradicionales del género y se asemeja más a un depredador de la selva que ha sido tenazmente amaestrado pero que carece de instintos investigativos y habilidades deductivas.


            Dearly Devoted Dexter es la segunda novela de Lindsay sobre este asesino que sigue un código moral artificial que le fue inculcado por su difunto padre.  El Sargento Doakes, uno de los detectives de la policía de Miami—en donde Dexter trabaja como analista forense especialista en manchas de sangre—está convencido de que Morgan no es lo que aparenta, y su persistente vigilancia obliga a Dexter a reprimir al Pasajero Oscuro de sus impulsos homicidas y a camuflarse en su relación con su novia Rita y sus hijos de un previo matrimonio.  Entonces, un criminal terriblemente sádico entra en escena cercenando los miembros de sus víctimas con precisión quirúrgica sin quitarles la vida y el agente especial Kyle Chutsky es despachado desde Washington para lidiar con este caso y su vínculo a una historia oculta de El Salvador.  A medida que Kyle se involucra sentimentalmente con Deborah, la hermanastra de Dexter, nuestro protagonista se verá inexorablemente arrastrado hacia el caótico caso, pese a que lo único que Dex realmente desea durante toda la obra es asesinar a un simple dúo de pedófilos.

            Esta premisa nos introduce a una historia impredecible que rompe con las convenciones del género, y que por su carácter experimental e irreverente le deriva una experiencia refrescante al lector, pues no puede apoyarse en experiencias con thrillers previos para anticipar los eventos del relato.

            No obstante lo anterior, Dearly Devoted Dexter también sufre de deficiencias.  Entre sus personajes subdesarrollados la única con la que se puede simpatizar es Deborah, la hermana adoptiva de Dex.  El antagonista de la obra, el Dr. Danco, es un villano absolutamente plano y conveniente—un recurso más que un personaje.  Las circunstancias en las cuales Dexter queda accidentalmente comprometido a casarse con Rita rayan en lo ridículo, mientras que la improbabilidad de que Cody y Astor—los hijos de Rita—padezcan del mismo trastorno de personalidad que nuestro protagonista no inspira más que escepticismo.

            Como televidente de la serie de TV la lectura de las novelas de Dexter resulta una experiencia peculiar, casi como si estuvieras evaluando una competencia entre ambos medios.  A diferencia de antecesores como el Dr. Lecter cuyas atrocidades se traducían de la página a la pantalla con la mayor fidelidad posible, los libros y los programas de Dexter recorren avenidas narrativas distintas.  A veces el talento acumulado del cuarto de guionistas se aprecia en las tramas más complejas y personajes mejor estructurados que nos ofrecen; en otras saca ventaja la violenta franqueza de la pluma de Lindsay, como cuando nos plantea un destino terrible para el Sargento Doakes que jamás habrían aprobado los ejecutivos de Showtime.  En lo personal disfruto de una fusión, dado que me resulta inevitable imaginarme la prosa de Jeff Lindsay filtrada por la voz de Michael C. Hall.

            Todavía no tengo un veredicto sobre cuál es la mejor iteración del personaje, pero mientras ambos medios mantengan la calidad a la cual nos han acostumbrado los ganadores interinos serán sus seguidores, quienes pueden continuar disfrutando de las peripecias primer asesino serial multimedia.

Mayo 2011


Referencia Bibliográfica: 
Lindsay, Jeff.  Dearly Devoted Dexter.  EEUU:  Vintage Crime/Black Lizard,  2005.  292 p.

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