martes, 21 de junio de 2011

Lluvia de Ideas, Lluvia de Sangre

Después de seguir su carrera literaria a lo largo de siete novelas, Barry Eisler ha ascendido a la cima de mi lista de lectura, convirtiéndose en uno de mis autores preferidos.  Esto no lo ha logrado gracias a su supuesta profesión previa en la CIA o por su extenso conocimiento de las artes marciales—aunque ambos son factores que enriquecen su relatos—sino por la tenacidad con la cual ha afinado su natural talento narrativo, desarrollando una prosa ligera pero dramática, coreografiando escenas estructuradas tensa, inteligente e irresistiblemente, y  planteando tramas alimentadas de una investigación rigurosa que enfatiza la verosimilitud sin sacrificar la audacia de sus personajes.

Requiem for an Assassin es el séptimo y último libro publicado con el personaje por el cual Eisler se dio a conocer: John Rain, el asesino americano/japonés que a través de los años ha prevalecido frente a amenazas variadas, desde el crimen organizado de Tokio hasta terroristas árabes.  A través de los últimos dos libros, Killing Rain y The Last Assassin, John ha experimentado una serie de epifanías—desde perder la oportunidad de participar en la vida del hijo que tuvo con Midori hasta su romance con Delilah—que lo condujeron a la decisión de retirarse de su profesión.  Lamentablemente la serie nunca regresó al Tokio noir que tanto me fascinó en la primera entrega Rain Fall, pero el constante cambio de sus escenarios internacionales ha fungido como trasfondo para la maduración del protagonista, y en esta ocasión encontramos a John viviendo cómodamente en Paris, en donde se ha establecido para mantener una relación sentimental formal con la espía israelita que destronó a Midori de su corazón.

Para Rain no es fácil adaptarse a una vida de civil, especialmente cuando Delilah continúa trabajando para la Mossad, pero lo vemos hacer un esfuerzo genuino por desprenderse de sus tendencias paranoicas.  Este propósito es truncado, sin embargo, cuando Dox—su amigo y compañero de batalla durante las últimas cuatro novelas—es secuestrado por Jim Hilger, el ex operador de la CIA que ya previamente había atormentado a nuestro antihéroe desde Rain Storm.  Esta premisa es la que hace a Requiem marcadamente diferente a sus antecesoras.  Al igual que The Last Assassin creó un peligro emocional al forzar a John a confrontar a Yamaoto para proteger a su hijo y a Midori, en Requiem for an Assassin no sólo presenciamos la transformación que propicia el amor de Delilah sino que descubrimos lo valiosa que la amistad de Dox se ha vuelto para él. 

Desgraciadamente Hilger explota esta nueva debilidad.  Al abducir a Dox adquiere la palanca ideal para controlar a Rain, y a cambio de su vida le exige asesinar a tres blancos valiéndose de su particular habilidad para simular muertes naturales.  Bajo lo que aparentan ser homicidios aislados Hilger fragua un plan despiadado para provocar una catástrofe en el nombre de su peculiar visión del patriotismo.  El verdadero impacto de la novela, sin embargo, no se origina de las maquinaciones maquiavélicas de Hilger sino de presenciar una nueva manifestación de la personalidad de Rain.  Sus agudos instintos estratégicos y su competencia con armas y técnicas de combate son tan formidables como siempre, pero ahora están teñidas por una desesperación aún más intensa que la que vivió en la novela previa.  Esta desesperación se bifurca hacia dos tragedias: No ser capaz de salvar la vida de Dox y sucumbir nuevamente a la mentalidad del asesino profesional que se desprende de todas sus conexiones para no ser vulnerable.

Requiem sigue el modelo de la narración en primera persona del protagonista—permitiéndonos saborear de primera mano la angustia y el conflicto dentro de John—pero intercala en ella capítulos desde el punto de vista de Hilger, de Delilah, e inclusive del divertido Dox, quien a pesar de pasar toda la novela en grilletes demuestra su ingenio en algunas de las escenas más entretenidas del libro.  De esta forma, apreciamos la cómo el mundo de Rain se ha expandido desde su debut.  De hecho, todos los personajes que Eisler ha introducido en la serie convergen  aquí, incluyendo a Tom Kanezaki—el heredero simbólico de la conciencia de Tatsu—y a Boaz, el colega de Delilah en la Mossad.  Incluso Midori y Koichiro hacen un cameo en la novela, recordándonos el alto precio que John ha pagado por sus crímenes previos.

Al desfilar todo el elenco por esta obra Eisler logra hacernos sentir que estamos presenciando una despedida tácita a medida que el autor ata varios cabos sueltos y el protagonista atraviesa un proceso de catarsis que le imparte una lección que—si bien no es la más original en este género—resulta completamente coherente y satisfactoria dentro del arco narrativo que ha seguido Rain desde su debut.  Escoger títulos no es una fortaleza de Eisler, sin embargo el de esta novela es sumamente apto, ya que realmente se siente como un Requiem.  Si éste era el último peldaño en la escalera de John Rain la saga concluye en una nota alta con la mejor de las siete novelas.

También cabe la posibilidad de que éste no sea un desenlace sino un nuevo comienzo, y de ser así, la próxima vez que veamos a Rain las apuestas serán más altas, pues no sólo estarán en juego sus nuevas virtudes sino también la vulnerabilidad que durante toda su vida esquivó, y que ahora lo encadena a través de los lazos emocionales que, al igual que al lector, ha desarrollado con los personajes que Eisler expertamente concibió en esta serie.

Mayo 2011

Referencia Bibliográfica: 
Eisler, Barry.  Requiem for an Assassin.  EEUU:  Onyx,  2008.  368 p.

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