lunes, 14 de mayo de 2007

El Último Alba del Generalísimo


Reconstruir una temporada histórica, en especial una tan compleja como el final de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, no es tarea fácil, y menos si se pretende relatarla con la simetría propia de una novela. Tal proyecto no sólo amerita sino que exige una pluma tan experta como la de Mario Vargas Llosa, quien excede expectativas en La Fiesta del Chivo.

Por medio de tres ángulos, Vargas Llosa logra darnos una imagen cabal del régimen. Uno de ellos, obviamente, corresponde al Benefactor de la Patria, a quien acompañamos en el último día de su vida, desde el momento en que se despierta y hace sus ejercicios matutinos hasta que parte hacia su destino final. El autor procura plantearnos la rutina diaria del Generalísimo, y al hacerlo nos introduce a todos los personajes que lo rodeaban durante su gobierno, desde el despiadado Johnny Abbes García hasta el maquiavélico Doctor Joaquín Balaguer. Esta línea narrativa se acerca a ser una apología del Jefe, en la cual vemos a Trujillo a través de sus propios ojos, justificándonos cada uno de los pasos que ha tomado para dirigir su nación. Pero estamos ante un tirano viejo, orgulloso, acorralado por la política internacional, por la paranoia de la traición, y por la guerra que en secreto le hace su propio cuerpo. Vargas Llosa no desperdicia esto y nos coloca junto a un individuo de carne y hueso, con virtudes y defectos, nos muestra lo más positivo y lo más repugnante del General Trujillo, hasta alcanzar un perfil muy elaborado del “Chivo”, como sus compatriotas lo apodaron.

Otro ángulo nos hace cómplices de los hombres que se han conjurado para asesinar al tirano. Vargas Llosa nos sube al automóvil en el cual esperan la oportunidad de ejecutarlo, y al hacerlo incrementa la tensión de su relato a medida que especula acerca de las motivaciones, la desesperación, y el suspenso nervioso en el que aquellos hombres debieron vivir en las horas previas a su histórica hazaña. Aquello bastaría pero el autor no se conforma; tras el tiroteo fatídico en el que cae El Jefe, el novelista nos incita a huir junto a cada uno de estos desesperanzados conspiradores a medida que un plan sencillo para restablecer la democracia se desmorona por la cobardía de un hombre, y transforma a los demás en víctimas de la venganza inmisericorde del régimen Trujillo que, aunque decapitado, aún ataca a sus enemigos como los reptiles que luego de ser cercenados se revuelcan aferrándose a la vida. Este relato culmina de la forma más inesperada—lo cual es apropiado, pues así se comporta la Historia—develando las habilidades de un hombre que bajo el puño de Trujillo era tildado de pelele y a la caída del Generalísimo se reveló como un estadista magnífico.

La tercera trama se desarrolla ya en el terreno de la ficción, cuando Urania Cabral, dominicana expatriada en Nueva York, retorna a República Dominicana a visitar a su padre enfermo, el antiguo Senador Agustín “Cerebrito” Cabral, allegado a Trujillo en aquel período y que misteriosamente cayó en desgracia con El Jefe, lo que provocó la salida de Urania de su patria. Ella ha crecido sola en Estados Unidos, rechazando con absoluta vehemencia a su familia y sus raíces, pero con una obsesión irrefrenable por aprender de la dictadura que existió en su niñez. Y es que Urania guarda un secreto que la vincula a Trujillo, y que actuará como el lazo emotivo que nos hace vivir en carne propia las atrocidades de un régimen tan brutal como aquel, revelándonos cuán graves eran las ofrendas que había que hacerle al Chivo para sobrevivir.

Muchas más páginas podría llenar de alusiones a todos los aspectos de La Fiesta del Chivo, y aún así no llegaría a hacerle justicia a la experiencia de leer este inigualable libro. Mario Vargas Llosa está consciente de la tragedia histórica que se propone inmortalizar, y por ende no escatima esfuerzos, ni endulza la prosa, ni aminora ninguno de los golpes que nos propina a lo largo de su historia. La crudeza y la acidez son un requisito sine qua non del éxito de la obra; pero quizás también son los medios con los cuales el escritor peruano procura imprimir esos eventos en nuestra memoria, para que jamás olvidemos todo lo que un tirano megalómano es capaz de hacer si le permitimos ascender al poder.

Sitio del autor: http://www.mvargasllosa.com/

Referencia Bibliográfica:
Vargas Llosa, Mario. La Fiesta del Chivo. Madrid: Grupo Santillana de Ediciones, 2001. 569 p.

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