sábado, 22 de agosto de 2009

¿El Beatle Perdido?

Anoche Richard Brooks soñó que nosotros soñábamos que lo leíamos, y leíamos y leíamos, pero al acabarse las páginas nos sintió morir, así que decidió llegar hasta nuestro sueño y escribirnos un libro para que despertáramos felices, y a la mañana siguiente se sentó frente al teclado y lo tituló Éxtasis.

No es fácil parafrasear a una criatura literaria que ávidamente devora la mitología de las letras y luego la recita en parodias mordaces que entre líneas esconden mensajes universales, pero tampoco podía empezar de forma tradicional mis comentarios sobre esta nueva propuesta del autor de La Calle del Espanto y La Bitácora de la Fantasía. Éxtasis se presenta como la obra más lúdica de Brooks hasta el momento; casi puedes oír al pasar sus páginas las carcajadas del autor cada vez que escandaliza a su lector con sus hazañas trasgresoras.

Richard es un ser envidiable, pues habita una dimensión restringida para los meros mortales en donde cualquier narración escrita se hace realidad y existe en un solo tiempo: El inmediato. Desde ahí nos exhibe sin miramientos el diario de Ruby que describe las experiencias de una mujer en búsqueda de su identidad sexual, le expone al mundo los romances secretos del Cid Rodrigo Díaz de Vivar, se revela como amante y modelo para Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, confiesa que durante su cautiverio junto a Miguel de Cervantes Saavedra fecundó su imaginación con la imagen de cierto hidalgo, y hasta se lleva a La Muerte de juerga en busca de una amante apropiada para Joe Black. Todo lo anterior y más lo digerimos salpicado con dosis espesas de poemas sensuales y atrevidos que procuran despertar el placer sensorial en la piel del pensamiento.

Al ojo perezoso ésta parece otra de las legendarias extravagancias de Brooks, quien aparentemente se divierte retando al lector a confrontar su moral convencional con lo que pueda surgir en la siguiente página. Pero un análisis pausado revela en Éxtasis el libro más serio de Richard aún. Detrás del relajo—que de paso nos recuerda que la vida no hay que tomársela demasiado en serio—nos transmite el mensaje más puro que nos ha planteado hasta el momento. En estas páginas sin número el autor nos está hablando de la importancia y la prominencia del amor por encima de los demás aspectos de la vida, y defiende su argumento esgrimiendo todas las posibles manifestaciones y variaciones de dicho amor para demostrarnos su omnipresencia, a fin de que en nuestra propia dimensión, en donde tantas trivialidades nos dividen y nos consumen, tengamos un punto de referencia inequívoco hacia el cual orientar nuestro compás existencial.

A menudo cuando Richard nos envía mensajes utiliza la frase “a ustedes que son parte de mis afectos”, y Éxtasis finalmente nos traduce esa pluralidad inusual. El afecto no es único e inmutable sino un camaleón cuántico que asume cuantas formas sean necesarias con tal de preservar su esencia. Del cofre de legados de Richard Brooks, éste es quizás el más universal de todos.

Dos objeciones podría levantar el conocedor de Éxtasis contra mi interpretación de la obra: ¿Cómo encajan en mi teoría las reseñas literarias y los dos capítulos finales, titulados A Sangre Fría y Los Juegos de Antaño, repletos de retribuciones rabiosas como la diarrea amazónica que tanto espantó a Ernesto Endara? A ellas les respondo con sendas interrogantes: ¿No es la pasión por los libros una manifestación más del amor? Y, ¿no es el odio vengativo el hijo legítimo del amor por algo que ha sido agraviado?

Coincido con el prólogo de Ernesto Endara en que a todas luces Richard Brooks parece haber vaciado el cajón de la cómoda, pero principalmente porque ya le faltaba espacio para rellenarlo otra vez. Después de todo, cuando llegué a la última oración el cauce temático me hizo sentir que hacía falta un capítulo adicional. Y es que no me sorprendería que un día de estos salga a relucir otra aventura inédita de Richard Brooks retratando una de sus muchas noches de parranda en Liverpool en la cual, entre copa y copa, le explicaba a John, Paul, Ringo y George: “¡Todo lo que necesitas es amor!”


Agosto, 2009

Referencia Bibliográfica:
Brooks, Richard. Éxtasis. Panamá: Círculo de Lectura Guillermo Andreve, 2009.

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