sábado, 15 de septiembre de 2007

Llamadas Perdidas

En Cell nos encontramos con una premisa que sólo la imaginación de Stephen King sería capaz de coagular: El 1 de Octubre a las 3:03 p.m. los celulares transmiten una misteriosa señal que transforma a todo aquel que esté utilizando un móvil en un bestia violenta y descerebrada tan propensa a atacar a la persona más próxima como a lastimarse a sí mismo.

A lo largo de sus páginas seguimos a un grupo de sobrevivientes del Pulso—como rápidamente empiezan a denominar el acontecimiento—mientras acompañan a Clay Riddell, el protagonista de la novela, en un tortuoso peregrinaje. Clay es un artista gráfico que se encuentra de visita en Boston cerrando el negocio de su vida cuando la tragedia sucede, y su desesperación por volver a casa y descubrir el destino de su esposa e hijo se convierte en el motor de la trama. A lo largo del camino se le suma un nuevo amigo llamado Tom, la niña huérfana Alice, el estudiante universitario Jordan y el Decano Ardai, junto a quienes va descubriendo la extraña evolución de las víctimas del Pulso. Día a día dejan de actuar como criaturas salvajes y se van convirtiendo en una especie de bandada que merodea de día y duerme casi en coma durante las noches, conectada por una enigmática telaraña telepática que les permite hasta invadir los sueños de las personas normales.

Los sobrevivientes no tienen otra alternativa más que realizar sus viajes de noche, pues sólo están a salvo en las horas en las cuales no brilla el sol. Y entre ellos Clay y compañía también se encuentran con lo mejor y lo peor que la humanidad puede ofrecer, dando atisbos de nuestros instintos más básicos ante las normas sociales derrumbadas. Pero cuando este valiente equipo se torna proactiva y destruye a una de las bandadas, súbitamente se ven transformados en enemigos de todo ser viviente, y sus destinos los arrastran hacia el secreto de una remota ubicación en la cual, al no haber señal de teléfonos celulares, los pocos humanos restantes confían en que encontrarán refugio de sus nuevos depredadores.

Esta clase de narraciones post-apocalípticas no son novedad, y su éxito o fracaso dependen principalmente del enfoque que el escritor le dé a una civilización empujada al borde de la extinción. Llevaba años sin leer a este autor, y en Cell me encontré con un Stephen King de una prosa más comedida, a quien quizás los años le han sugerido que no hace falta ser tan gráfico en sus descripciones cuando sus habilidades narrativas tienen otras maneras de lucirse. La trama en sí te atrapa; los personajes y sus tribulaciones son lo bastante convincentes como para que no quieras apartarte de ellos ni por un instante de su recorrido. Aplaudes sus victorias pírricas y lloras sus pérdidas abismales.

No obstante, al dar un paso atrás y reevaluar el planteamiento de la novela no puedes evitar pensar que King tomó una idea prometedora y no la exprimió al máximo. Si bien triunfa en la difícil tarea de atraparnos en la verosimilitud de la situación, la historia acaba siendo demasiado íntima, demasiado reducida a un puñado de personajes sin abrir el compás para revelarnos qué ha ocurrido con la civilización. Si bien la trama llega a una conclusión satisfactoria, más pesan las preguntas que abundan en la mente del autor: ¿Qué causó El Pulso? ¿Fue místico o tecnológico? ¿Presenciamos un atentado terrorista o un castigo divino? ¿Cómo colapsaron los gobiernos y las instituciones globales? Es en esta área en donde el narrador desperdicia la oportunidad de plantear una novela verdaderamente especial y diferente.

La analogía de la mente humana con una computadora se siente un tanto forzada como un elemento casi deux ex machina utilizado para recompensar la esperanza de Clay. En contraste, la metáfora que con esta obra Stephen King insinúa de la actual cultura del teléfono móvil puede ser el concepto más impactante de toda la novela.


Julio, 2007

Referencia Bibliográfica:
King, Stephen. Cell. New York: Pocket Star Books, 2006. 449 p.

No hay comentarios: