lunes, 24 de septiembre de 2007

Bond, Jane Bond

Greg Rucka rápidamente se está convirtiendo en un autor del cual hay que estar pendiente. Descrito por el Salem Statesman Journal como una mezcla de Hemingway, Spillane y Hammett, se ha caracterizado por tomar géneros a los cuales claramente adora y revitalizarlos con tramas rigurosamente veristas y personajes psicológicamente complejos sin diluir el cóctel de suspenso y acción requerido por un thriller.

Estos rasgos salen a relucir con mayor claridad en su serie de espionaje que comenzó con el comic Queen & Country para luego trasladarse a las dos magníficas novelas A Gentleman’s Game y Private Wars. Gestada por su fascinación nostálgica con una vieja serie británica llamada The Sandbaggers, la saga relata las misiones y dilemas de la Sección de Operaciones Especiales de MI6, la agencia de inteligencia británica, y en especial de la agente Tara F. Chace. Ella es parte de un trío de operadores conocidos como Minders que se encargan de las tareas más difíciles: Extracciones, asesinatos, sabotajes… Cuando la situación exige un trabajo sucio, siempre habrá un Minder listo para meter las manos en la mugre.

Al comenzar A Gentleman’s Game, Tara ocupa la posición de Minder Uno, con Nicky Poole en la segunda silla y Chris Lankford en la tercera. Un atentado terrorista golpea trágicamente al sistema de trenes subterráneos de Londres. El Gobierno de Su Majestad decide tomar represalias contra los terroristas wahhabistas y eliminar al líder religioso detrás de los atentados, así que Tara es despachada al Yemen en donde además de su objetivo se ve obligada a ejecutar a un príncipe saudita en plena oración en medio de una mezquita. La crisis política no se hace esperar y sus superiores deciden sacrificar a nuestra heroína, entregándola al gobierno saudita como la responsable del regicidio en intercambio por la erradicación de un campo de entrenamiento de terroristas. Pero la Sección de Operaciones Especiales no abandona a los suyos, y Tara no está dispuesta a ceder sin antes dar batalla, aunque eso implique huir acompañada del antiguo Minder Uno Tom Wallace, aliarse a la Mossad israelita y pagar un alto precio con tal de viajar al campo terrorista cuya destrucción garantizará su libertad.

En su segunda novela, Private Wars, descubrimos que Tara ahora es una madre soltera quien, al estrellarse contra el pragmatismo de su jefe, el Director de Operaciones Paul Crocker, decidió renunciar al servicio secreto. Pero, al mismo tiempo que la falta de propósito la hace extrañar su antiguo empleo, Crocker se ve a sí mismo acorralado en un precipicio político cuya única salida puede ser montar una operación sin autorización en Uzbekistán. Esto los une nuevamente, y Tara parte rumbo a una delicada extracción que acaba en desastre, tortura y su eventual regreso a la posición de Minder Uno. Meses más tarde el pasado toca a su puerta: Tara debe regresar a Uzbekistán y, contra todos sus instintos, revertir los cambios que su primera incursión ocasionó—aunque implique ignorar cada uno de sus principios morales.

¿Suenan como típicas historias de acción e intriga? Todo lo contrario: Ambas novelas están repletas de dramas personales. El escenario de conflicto global es el lienzo sobre el cual se pinta con extenuante realismo los estragos que este estilo de vida inflige sobre sus protagonistas desde el Jefe del Servicio Secreto, Sir Francis Barclay, que exhibe gran astucia política e instinto de auto-preservación, hasta el Director Crocker: Brusco, maleducado, insensible—rasgos de un hombre acostumbrado a hacer cualquier sacrificio por un trabajo en el que tiene casi tanta convicción como su lealtad por sus subordinados. El relato superlativo se revela en el realismo que se logra con la relación de Paul con Angela Cheng, su contacto de la CIA, y la incómoda amistad que compartir el estrés forja entre ellos, o con el humor de Nick Poole, Minder Dos, ex–SAS, espía abiertamente gay.

Pero, particularmente, es gracias a la caracterización de Tara, quizás el mejor de los personajes de Rucka (quien ya ha concebido algunos geniales, como Atticus Kodiak y Mim Bracca). No esperes verla bebiendo martinis en un casino; ella es una agente altamente calificada y con una determinación inflexible para lograr su objetivo templada por una baja auto-estima y una búsqueda innata de aprobación que siempre la hará esmerarse más.

Greg Rucka no recurre a las soluciones sencillas o a las respuestas en blanco y negro. Esto lo notamos en los perfiles de sus antagonistas: William Leacock, el joven británico que se enamora del wahhabismo, cambia su nombre a Sinnan y busca activamente ser un jihadi. Sevara Malikov-Ganiev—heredera del Presidente de Uzbekistán—y su amante Ahtam Zahidov, narcisistas sádicos ansiosos por la aprobación de los estadounidenses que sin embargo torturan a su propio pueblo para consolidar su poder. Estos no son villanos convencionales a punto de activar una bomba nuclear para llenar la cuota de maldad adecuada; son personajes arrancados de los titulares del Siglo XXI.

La acción abunda en sus páginas, el suspenso no flaquea en ningún capítulo, pero lo más interesante de estas novelas es el grado de detalle en su intriga, el tiempo dedicado a los juegos políticos entre las grandes naciones, el costo que algunos están dispuestos a pagar tanto para lograr un objetivo como para avanzar su propia carrera. Hay que aplaudir la minuciosa investigación que Rucka lleva a cabo en su afán de no comprometer el realismo de la historia. La abundancia en detalles resulta casi educativa, e inclusive cuando la violencia se precipita está tan bien fundamentada que resulta tan creíble como cualquier noticia que vemos en CNN.

Ambas novelas son fenomenales; si tengo que escoger una favorita sería Private Wars, quizás porque a estas alturas ya tenemos fatiga del tema del terrorismo, pero sobre todo porque los personajes están mejor logrados, los giros son más imprevisibles y la evolución del conflicto progresa por canales temáticos paralelos: Por un lado está la importancia política de la jaqueca diplomática provocada por Crocker y compañía, y por otro lo que la segunda colisión de agendas en Uzbekistán significa para cada uno de sus participantes.

Pero realmente espero poder decir que mi preferida será alguna de las futuras entregas de las aventuras de Tara Felicity Chace.

Sitio del autor: http://www.gregrucka.com/
Septiembre, 2007



Referencias Bibliográficas:
Rucka, Greg. A Gentleman’s Game. New York: Bantam Books, 2004. 481 p.
Rucka, Greg. Private Wars. New York: Bantam Books, 2005. 503 p.

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